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(Versão em Português)    

las mujeres y sus pasiones[1]

 
 

 

Esthela Solano-Suárez

Psicoanalista

AME

Miembro de la École de la Cause Freudienne

Miembro de la École de la Cause Freudienne/França

Miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana/Argentina

Miembro de la New Lacanian School

Miembro de la Associação Mundial de Psicanálise

SOLANO-SUAREZ@wanadoo.fr

Resumen

La autora trabaja con las pasiones femeninas que comprenden, fundamentalmente, las cuestiones relativas a la feminidad. Así, realiza un pequeño recorrido teórico por los conceptos psicoanalíticos freudianos relativos a la sexualidad, especialmente a la sexualidad femenina.

Palabras-llave: Complejo de Edipo, complejo de castración, sexualidad femenina, fórmulas de la sexuación, objeto a .

 

   
 

 

women and their passion
 

Abstract:

The author will work with feminine passions, which deal, basically, with aspects related to femininity. The author will give a brief theoretical background of the Freudian and Lacanian psychoanalytical concepts on sexuality, especially feminine sexuality.

Key words: Oedipus complex, castration complex, feminine sexuality, formulas of sexuation.

 

 

 

Buenos dias. Vamos a trabajar entonces la questión de las pasiones femeninas, lo cual comporta fundamentalmente las cuestiones relativas a la feminidad. Agradezco la indicación de mis colegas, Tania Coelho dos Santos y Márcia Mello, para participar de este espacio de trabajo en la Universidad.

Voy hacer primero un pequeño recorrido en el concepto y nociones de psicoanálisis que ustedes ya, seguramente conocen, y que son necesarios para los argumentos teóricos y conceptuales de lo que quiero sostener hoy.
 

 

Primer punto: de la sexualidad a la sexuación
 

Para los seres hablantes la sexualidad no tiene nada de natural. Esta es la verdad evidenciada por el discurso analítico. Freud estableció premisas de la sexualidad anudandolas al complejo de castración, que constituye, según Freud, el complejo nodal de las neurosis. Es en esta expresión freudiana, complejo nodal, que encontramos expresada la idea de algo que hace un nudo entre sexualidad y castración. El complejo de castración introduce para cada sujeto la necesidad de determinarse a nivel de una elección subjetiva, con efeccto, a la diferenciación sexual, y en consecuencia, el sujeto deve responder a una posición sexuada encuanto hombre o mujer.

La posición masculina o la posición femenina serían, según Freud, un resultado de un proceso eminentemente lógico que comporta una serie de pontuaciones fundamentales. En este sentido, para Freud la elección de la posición sexuada no responde ni a un recorrido evolutivo, en un sentido psicológico, ni a un proceso que corresponde algo de la orden de una maturación biológica. Por el contrario, cada pontuación lógica determina para cada sujeto infantil un tiempo de ver, un tiempo de comprender y un tiempo de concluir. Estas diferentes pontuaciones se llevan a cabo en el curso de la infancia y comporta, en cada una, una modalidad diferente de subjetivación de la pérdida. Para cada niño el momento de realizar, de concebir que se trata de algo que se pierde, dependerá de las contingencias a las cuáles tiene que enfrentarse en el curso de su vida. Pero la subjetivación de la pérdida se realiza en una temporalidad retroactiva, dije Freud, una temporalidad de après-coup. El punto de anodamiento, el punto de almodillado de esta temporalidad sería aquel en el cual viene concluirse un proceso lógico de asunción de la identidad sexual, encuanto se cumple, se realiza en el momento de la puberdad, es decir, en el momento de la adolescencia. Así la posición sexual de cada sujeto testimonia de la relación del sujeto con la castración, es la tesis freudiana.

 
 

Segundo punto: lo que hace objeción ao primado del falo
 

La castración es una operación de lo que se deduce de lo que Freud llama la primacía del falo. Para los niños freudianos el falo es un atributo universal. Lo que Freud llama primacía del falo sería aquello que caracteriza un proceso lógico de universalización del razgo fálico en un primer tiempo. En un segundo tiempo, el tiempo lógico, los niños freudianos deben pasar por el desengaño con respecto a esta ilusión de la universalidad del falo. Según Freud, lo que contradice la primacía universal del falo sería la percepción hecha por el niño de la ausencia del falo, es decir, la percepción de lo que falta. Esta percepción de la falta tiene lugar en un registro imaginario, pero no puede asumirse una falta como tal si esta falta no ha sido simbolizada. Según Freud, esta percepción de la falta pone en juego la simbolización de la falta y obtiene una incidencia sobre el sujeto en la medida en que esta simbolización de la falta es autoreferida, es vivida como auto referencial. Es una percepción exterior pero vivida como teniendo una incidencia sobre el cuerpo própio. Es decir, que esto hace valer, según Freud, en un tercer tiempo lógico, la amenaza de la pérdida, o bien, la subjetivación de la pérdida. En este sentido, la percepción de la ausencia del falo es traumática según Freud, puesto que ya introduce en el sujeto la posibilidad de una pérdida que lo concierne.

De ese trauma el sujeto infantil se defiende a traves de um juicio, según Freud, una posición de juicio que comporta tres vertientes: una es la represión, otra es la del desmentido y la tercera es de la foraclusión de la falta. Esto determina la posición del sujeto como neurótico, como perverso o como psicótico.
 

 

La subjetivación de la pérdida
 

Volvamonos al punto en el cuál Freud se encuentra confrontado a lo que está en juego en la sexualidad femenina. Él ha considerado que los niños están en una posición de equivalencia con respecto a la niña, en lo que concierne al primado del falo, etapa lógica que tanto vale para los niños como para las niñas. Sin embargo, la descripción del complejo de Edipo que Freud procura, consiste a poner a la niña y al niño en una posición que no es equivalente. Es decir, que para el niño el complejo de Edipo se termina cuando el niño asume las consequencias de la amenaza de castración, de la amenaza de la pérdida del órgano, y la niña, según Freud, es a traves del descubrimiento de esa falta, es fundamentalmente el descubrimiento de la falta en la madre, que se abre para ella la puerta del complejo de Edipo. Así la niña freudiana deve serpararse de sua madre y orientarse hacia el padre.

¿Por qué dejaria ella a su madre que es, después de todo, su primer objeto de amor? Según Freud, la niña se separa de su madre por causa de la decepción en la medida en que la niña experimentaria, subjetivaria su relación a la falta a traves del descubrimiento de la falta de la madre. Esto le permitiria orientar su demanda al otro lado, en la medida que ella llegaria a comprender que su madre no puede darle lo que ella espera, que ella no puede o que ella no quiere. Estas serian las raízes del odio de la hija hacia la madre.

Así la niña debe encaminarse en relacíon con la madre, del amor hacia el odio, y es sobre todo el odio lo que la despega de la madre y lo que la empurra a orientarse hacia el padre. En ese movimiento Freud hace pivotar a la niña al rededor de un objeto, el objeto fálico. Ella supone que el padre que lo tiene puede darle. Es allí que Freud introduce una metáfora, en la medida en que nos indica que a ese falo, que la hija espera del padre, a partir de un cierto momento en la subjetividad de la niña, en el lugar del falo esperado, se sustituye el deseo de un hijo. En esas condiciones el hijo estaria ya inscrito en el momento edípico de la niña como siendo un objeto fundamental que ella espera del padre. Según Freud, la niña tiene que sufrir una decepción más con respecto al que ella espera del padre, para que, a su vez, su demanda se desprenda del padre, y que esta demanda pueda ella orientarla hacia los sustitutos del padre, es decir, hacia los hombres a venir.

En ese recorrido, nos dice Freud, pueden ocurrir muchos accidentes. Ya sea que la niña no se despega de la madre para orientarse hacia al padre, o, ya sea que una vez que se orientó hacia el padre, ella no puede separarse de la demanda dirigida al padre y orientarse, en consecuencia, hacia los hombres. En este caso ella queda fijada en un lugar esperando del padre un don, o imaginando que solamente su padre la puede colmar. Puede ocurrir también que la hija rechaze el descubrimiento de la diferencia sexual y que no acepte de estar afetada por la falta. En este caso, dice Freud, la niña desarrollará un complejo de masculinidad, y todo depiende de la fuerza de fijación de este rechazo. Si se trata de un rechazo definitivo, indica Freud, esto dará lugar a una psicosis y puede comportar una reivindicación delirante del falo, que puede tomar también la forma de una reivindicación delirante de tener un cuerpo masculino, de terner un cuerpo de hombre. Si este rechazo se dialectiza, por el contrario, seria solamente un momento de pasaje por una reivindicación masculina en la niña que podria soldarse, posteriormente, por una aceptación de la feminidad.

En este sentido, podemos declinar las pasiones femeninas en Freud, centradas al rededor de la reivindicación fálica, y dando lugar a una reivindicación permanente dirigida a la madre, bajo a la forma del odio, una reivindicación dirigida al padre, o bien, una reivindicación dirigida a los hombres. En este caso, la pasión fundamental de la mujer freudiana estaría organizada en torno de su reivindicación al falo.

Pasemos a otro punto, el punto en que consideraremos la lógica freudiana de la castración feminina.

 

La lógica freudiana de la castración feminina
 

Hacia los años treinta, Freud [2] hace un grande descubrimiento que nos lleva a considerar que antes del complejo de Edipo propiamente dicho, en lo que concierne a la niña, hay un período fundamental de una grande riqueza que comporta consecuencias fundamentales para la niña. Este es el período de la relación que une la niña a la madre. Freud concibe, entonces, que ya en la relación pre edípica de la niña con la madre, la niña introduce de manera fantasmática el falo: como el niño que ella quiere dar a la madre, o bien, que ella quiere recibir de la madre. Este niño fálico es un objeto metonímico derivado de los objetos pulsionales y aqui encontramos una antecedencia conceptual em Freud de que Lacan después cambia desarrollar como el niño ocupando para una mujer el lugar del objeto pequeño a.

Freud descubre una secuencia metonímica que nos permite percibir que hay un antecedente lógico de la metáfora fálica en el momento, propiamente dicho, de la relación de la niña con la demanda dirigida al padre. Esta precedencia lógica permite a Freud descubrir que el niño ocupa un lugar muy importante en la relación de la niña con su madre, y que el niño viene como un desplazamiento de la significación del objeto anal, de la caga. Es decir, que habría un deslizamiento metonímico del objeto, en el sentido de un objeto pulsional dependiente de la demanda del Otro, de la demanda que caracteriza fundamentalmente una etapa en que el niño tiene que separarse de su objeto anal, satisfaziendo la demanda del Otro y socializando este objeto para adquirir el control de los esfínteres. En este caso, vemos que el niño es un sustitutivo de este objeto, correlacionado logicamente a la demanda del Otro, lo cual comporta también que una relación de una mujer con su hijo o hija, pone en juego la relación de esta mujer con la demanda del Otro materno. Por eso, muchas vezes, muchas de las pasiones que se juegam para una mujer en el nascimiento de un hijo, activan esta relación a la demanda del Otro, bajo modalidades diferentes que pueden comportar, ya sea, ofrecer ese hijo a la madre dejándolo a sus cuidados, o preservarse precisamente de la intrusión de la madre en la relación con el hijo, o la preservación delirante en concibir que la madre le quiere robar el hijo.

En todos los casos, la lógica freudiana es una lógica centrada para los dos sexos, fundamentalmente, en torno de la cuestión del falo. Tener o no tener el falo es, digamos, el punto de orientación freudiano en lo que le concierne la categoria de hombres y de mujeres.

La consecuencia de esta lógica fálica conduce a Freud a constatar que el final del análisis naufraga frente a un obstáculo mayor que él llama “la roca de la castración”, según Freud, desarrollada en el texto “Análisis Terminable y Interminable”.[3] Él constata que es muy difícil llevar los análisis más allá de “la roca de la castración”.

Esta “roca de la castración” presenta dos caracateristicas que Freud declina en “el rechazo de la feminidad”. Es un tema que ha trabajado mucho Tania Coelho do Santos, según entendi, en los trabajos que se presentaran en las Jornadas.[4] Del rechazo de la feminidad participan los dos sexos, tanto los hombres como las mujeres, rechazo que consiste en no querer aceptar lo femenino.

En las mujeres, el rechazo de la feminidad, que seria una pasión freudiana por excelencia, toma la forma do que Freud llama el Penisneid – invidia del pene – punto de obstáculo mayor en la dirección de la cura en una mujer, para Freud. Para los hombres el rechazo de la feminidad caracteriza toda las dificultades masculinas con la autoridad, en la medida en que, reconocer la autoridad de otro hombre, supondria para un hombre, a nivel fantasmático, someterse en posición femenina a otro hombre.

¿Cómo, entonces, llevar a los sujetos más allá de sus impases? ¿Como llevar a una mujer más allá de la pasión del Penisneid? Esta es la cuestión de Freud.

Vemos bien que la lógica freudiana somete la sexualidad femenina al regimen de la impotencia fálica, la cual conduce, al mismo tiempo, la teoria psicoanalítica a un impase que consiste en confundir feminidad y histéria y que erige el misterio del deseo femenino.

Elaborando la lógica de este impase freudiano, Lacan ha podido empurrar más allá los límites conceptuales que encerraban a la posición femenina dentro del impase de la mujer histérica. Para poder llevar más allá y superar ese impase, tendría que llevar en cuenta lo que dicen las mujeres en análisis. Lacan, en el Seminario 17,[5] tiene una frase muy bonita. Él dice que Emma, Dora, Ana O. y otras, eran bocas de oro que regalavan perlas a Freud. ¿Por qué Freud las encerró a todas en el mito del Edipo? Podría haber hecho con lo que ellas decian algo mejor. ¿Por qué? Porque las mujeres en análisis seguramente testimonian de su pasión fálica, no lo podemos negar, pero también testimonian que la relación con el falo no es lo único que les interesa. Ellas testimonian, cuando hablan, de la importancia fundamental del amor para ellas.

El amor ocupa un lugar privilegiado para las mujeres, es una pasión fundamental femenina. Esto porque el amor, para una mujer, es la condición de su goce sexual. Es ahí que la posición masculina y la posición femenina divergen esencialmente. Un hombre puede gozar fuera de las coordenadas del discurso amoroso y para un hombre el discurso amoroso, puede ser, en la mayoria de las veces, un obstáculo para el goce sexual. Freud [6]había ya señalado una disjunción entre el amor y el deseo. Amor y deseo no pueden coincidir en la mayoria de las veces, bajo el mismo objeto, porque en los hombres la madre contamina las mujeres, según dice Lacan. Es decir, para los hombres el objeto de amor, el objeto de ternura es la madre, y en estas condiciones, si la madre es el objeto prohibido, como es el objeto del deseo, entonces el objeto del deseo debe estar encarnado por una mujer que tiene que ser otra que la madre, el reverso de la madre, el reverso del amor, es decir, una mujer depreciada, una mujer desvalorizada, una mujer que trae en ella, un trazo de desvalorización. El reverso de la madre es la puta.

La disjunción en los hombres entre el amor y el deseo, les hace muy difícil para ellos coincidir la corriente amorosa y la corriente del desejo en el mismo objeto. El goce masculino, como dice Lacan[7], es un goce que precinde de la palabra de amor. Es un goce que tiene lugar en un espacio de silencio, en una zona sin palabras, mientras que en las mujeres Lacan hace valer la relación de las mujeres fundamenalmente con el amor. Para ellas implica que ofrecerse como objeto del fantasma del hombre, es lo que ella dá para obtener en trueco una respuesta de amor.

En los hombres Lacan nos indica que lo que domina a nivel del goce, es la relación con el objeto pequeño a del fantasma. Del lado masculino, el objeto pequeño a causa de deseo, es condición de goce, lo que hace con que del lado masculino predomina la fórmula del fantasma -- $ à a. En consecuencia, Lacan nos indica que para un hombre, una mujer ocupa una posición de objeto fetiche, mientras que en las mujeres no encontramos ese razgo dominante del objeto fetiche, encontramos, más bien, la pasión amorosa. Esa relación de la mujer con el amor, hace con que el goce feminino más allá del falo, tenga que ver con ese lugar que Lacan escribe S( ), con ese matema que caracteriza el lugar del significante que falta en el Otro. La pasión femenina con el partenaire amoroso es una pasión que la pone en relación con el significante del Otro que falta. En esa relación de la vertente femenina del amor, tiene, más bien, el carácter erotomaníaco.

Con efecto, Freud ya había notado que para las mujeres el temor de perder el amor, tenía el mismo valor que el temor de la castración del lado masculino, pero era necesario poder cernir que el amor ocupa un lugar central en el goce femenino, y era necesario, entonces, poder formular a partir de allí, la pasión fundamental de las mujeres con respecto a la madre. Lacan desplaza la problemática, puesto que Freud había centrado la relación de las mujeres con respecto a la demanda hacia al padre, y Lacan caracteriza la posición femenina, fundamentalmente, a partir de la relación con la madre. Es ahí que Lacan nos habla del estrago, que no es un termo freudiano.

El estrago caracteriza la relación de una mujer a su madre, tal como Lacan lo nota en un texto que se llama “L´Etourdit”. Lacan afirma que si la niña, o la mujer, parecen esperar de la madre más subsistencia[8] que del padre, lo que espera la niña de la madre es un más de subsistencia, y que lo espera de la madre y no del padre.

Esta frase es una pequeña frase, no tenemos un desarrollo de esta frase que es, al mismo tiempo, una frase muy enigmática. Yo fué a buscar el valor semantico de este termo, que es el saber que se acumula en el cristal de la lengua nos indica con respecto a ese termo de subsistencia.[9]

En el Robert, Diccionario historico de la lengua francesa[10], encontré cosas muy interesantes con respecto al termo subsistencia, que deriva del latin clasico, subsistere, que significa habitar algun lugar, al mismo tiempo resistir, no ceder. Ese termo es de la edad media y toma la significación de quedar vivo, en lo que se refiere a significación con respecto a sujetos humanos, quedar en vida, mientras que, con respecto a los objetos, tomó el sentido de duración, al que dura, algo que tiene a ver con la duración, algo que subsiste. El verbo subsistir incluye el prefijo sub que marca la posición de inferioridad de algo con algo, o sea, que encontramos por un lado el prefijo sub, y por otro lado, el verbo sistere. El verbo sistere deriva del verbo stare. Stare es un verbo que proviene del latin, y que en francés es desaparecido, encontramos en español y en italiano. En francés ha perdurado el verbo esere del cuál proviene el verbo ser (être), ha desaparecido stare. En portugués ustedes me dicen que es sob la forma del verbo estar.

Stare no es del mismo orden que esere. Stare no es del mismo orden que ser, stare comporta una posición, hace referencia a una posición, “estar despierto”, “estar cansado”, “estar dormido”, es algo transitorio, es un modo de ser transitorio. Por ejemplo, en francés, se dice “je suis malade”,” yo soy enfermo” y según la frase implica en “estar enfermo” o “ser enfermo”. En las lenguas latinas, donde se dispone del stare, podemos diferenciar un modo de ser o bien permanente, o bien transitorio. Entonces, quiero señalar que tenemos recurso a stare para calificar algo que es del orden del inesencial, pero, que es del orden de lo que se acuerda a la temporalidad encuanto contingencia.

Lo que es interesante es que stare se encuentra también en la etimologia de existere, existir. Como ustedes saben, Lacan ha dado una gran importancia al ex-sistir. Ex-sistir quiere decir ocupar un lugar fuera de, estar fuera en otro lado, y para marcar la importancia etimologica de la palabra, Lacan la transforma en su escritura,y en lugar de x, escribe k. ek-sistir.

Ex/Ek-sistir es tener un lugar que no es el lugar del ser. Hay una diferencia entre lo que es del orden del ser, y lo que es del orden de la existencia. Según Lacan, el ser no puede ser más do que aquello que es atribuido por las palabras. El ser no existe fuera de lo que está dicho, de lo que se dice. Pero la existencia, por el contrario, es algo que no se puede calificar a partir de lo que se dice de alguien. Ustedes no pueden calificar la existencia de una mujer a traves de las categorias que declinarian su ser, y esa es la problemática fundamental de la feminidad.

La problemática de la feminidad reposa sobre la problemática de la ex-sistencia/existencia. Podemos decir de una mujer que es vieja, que es dulce, que es mala, que es fea, todo lo que queramos, pero todos los atributos se dirigen al ser y nunca va asegurarlos de que ellas existem. En esta disjunción entre ser y existencia es que se instala, a mi parecer, la pasión fundamental del dolor de la feminidad para las mujeres.

Yo parti de subsistere, donde encontramos  etimologicamente stare y existere. En lo que concierne la subsistencia que deriva de subsistere, podemos retenir la significación atestada desde 1774, que es la que dice que subsistencia es lo que permite vivir. En particular, es lo que se refiere a los víveres. Pero a nivel de la antigua ortografia de subsistence, com “e”, que proviene del bajo latin subsistencia, de esta etimología testimonia fundamentalmente la significación tomada por esta palabra en la teología, en la cual rendía aquello que nos interesa: la existencia y la subsistancia.

A partir de estos aportes que encontramos en la etimología, podemos decifrar un poco mejor lo que Lacan dice, cuando dice que una mujer espera de su madre la subsistencia, esclarecido por el saber acumulado en la lengua, la fuerza, la imensidad, la enormidad de lo que una mujer espera de su madre. Seguramente su madre no le puede dar puesto que la madre no le puede dar ni la existencia encuanto que mujer, ni el ser de mujer,  ni la sustancia femenina. No se lo dá, no porque no quiere, sino porque es del orden del imposible.

Volvamonos a Freud, a su conferencia sobre la feminidad[11] en las “Nuevas Conferencias...”. Allí Freud ponia el aciento sobre el hecho que el lazo de la niña con su madre se termina en odio y que este odio encuentra su raiz en la desmedida reivindicación de amor de la niña. Freud declina y articula en seguida la fuente pulsional en la demanda oral dirigida a la madre, una demanda ilimitada de satisfación oral. Es interesante señalar que Freud pone aqui el aciento en esta desmedida de la demanda de la niña hacia la madre. Es la articulación entre amor y pulsión que encontramos, precisamente, la significación deste término de subsistencia en el sentido de su primer valor semántico, es decir, daquello que permite vivir, daquello que asegura los víveres. Esta perspectiva nos abre una via de exploración muy interesante, de la cual podemos sacar una serie de consecuencias clínicas muy impresionantes, donde se confirma, efectivamente, que la demanda oral de la niña hacia la madre, en las análisis de mujeres, está siempre muy activa.

Por el contrario, en “L´Étourdit”, Lacan presenta las raizes lógicas de la desmedida de lo que espera una mujer con respecto a su madre. Esta desmedida, este sin límite se encuentra corelacionado a lo real de la posición femenina, es decir, a lo imposible de la posición femenina, lo imposible en el sentido  de lo que no cesa de no inscribirse para una mujer. La demanda desmedida de las mujeres, proviene de aquello que no cesa de no escribirse para ellas. Para desplegar esto hay que tener cuenta de lo que Lacan ha desarrollado bajo el nombre de fórmulas cuánticas de la sexuación.[12]

Primero punto: no existe una excepción del lado femenino que ponga un límite a la función fálica. En la lógica de la sexuación el falo no es un objeto ni una falta de objeto. No es tampoco una imagen y, seguramente, qui no es un órgano. El falo, que se escribe con mayuscula grega phi (F), es un símbolo, un significante que puede ser inscripto, que puede inscribirse en el inconsciente como una función lógica. Entonces la función fálica Fx inscribe una función lógica tal cual Frege concibe la función. La inscripción de la función fálica comporta que el sujeto venga a inscribirse en el lugar del argumento de la función. Es en el lugar de x que se inscribe el sujeto como argumento de la función.  Según esta lógica de la sexuación habría dos formas de inscribierse como argumento de la función. Primero, el modo de inscripción posible responde a la lógica que se articula en el complejo de Édipo freudiano como la lógica del Uno de la excepción, que Lacan escribe del seguinte modo: existe un x que niega la función fálica, existe un x que no se inscribe en la función fálica
 

 

Existe un x que nega la función fálica, existe un x que no se inscribe en la función fálica.

Esto quiere decir que se trata de una existencia lógica, una existencia lógica que se inscribe contra, que se inscribe fuera y que a estar en la posición de excepción lógica permite construir el conjunto de todos aquellos que responden a la función fálica: x . x

Esta lógica del Uno y del Todo caracteriza según Lacan la lógica edípica. Es esta lógica que responde a la posición masculina, es decir, que todo el goce masculino responde a la articulación de la función fálica porque existe Uno que se inscribe como excepción. Este Uno, que existe encuanto x, es el Uno de la excepción. Es la forma lógica en que Lacan inscribe el imposible del padre de “Toten y Tabu”[13] que goza de todas las mujeres, es decir, es el imposible puro.

Todo sujeto que se inscribe del lado masculino, está subordinado a nivel de su goce a la función fálica.  Para que esta universalización sea válida, es necesario logicamente que una excepción se inscriba fuera del conjunto de todos.  Esta excepción es que dá razón lógica a la excepción freudiana de “Toten y Tabu”.

Por el contrario, habría otra lógica articulada a la lógica de la función fálica, que no responde a la lógica del Uno y del Todo, es la que Lacan ha construído como correspondiendo al más allá del Edipo freudiano, Edipo en lo cual Freud había encerrado a las mujeres y desde donde provienen los impases freudianos no que dice respecto a la feminidad. Del lado femenino no existe una excepción que se exceptue de la función fálica:


En consecuencia, del lado femenino no se puede construir el conjunto de todas las mujeres. Es decir, que no se puede construir el conjunto del goce femenino todo articulado a la función fálica, lo cual implica que del lado femenino tenemos el no-todo con respecto al falo.
Por lo tanto tenemos un conjunto abierto, un goce que no está todo sujeto al regimen fálico.

Por lo tanto, del lado femenino, la ausencia de excepción la constituye del lado del no-todo, entonces, fuera del universal, y hace valer para cada mujer el una por una. Es decir, que para el sujeto que se inscribe en la función fálica del lado femenino, como no hay universalización de la función, es imposible que la universalización fálica de su goce esté asegurada. La consecuencia lógica de esto es que La Mujer no existe. No hay universal de la mujer. Del lado femenino nos encontramos con una lógica que es del orden del transfinito, que marca el principio de la inacesibilidad. No es posible construir el conjunto de todas las mujeres puesto que las mujeres no pueden clasificarse dentro de una equivalencia lógica  con respecto al falo. Las mujeres son inclasificables porque cada una es excepcional como indica Jacques Alain-Miller. Por lo tanto, del lado femenino nos encontramos frente a una constelación de excepciones, donde cada una es excepcional y, en consecuencia, ninguna puede realizar en su ser, salvo en la psicosis, en ser La Mujer que no existe.

Sin, las mujeres son raramente crédulas en lo que concierne a las versiones del hombre disfrazados o transformados en mujeres. Las mujeres son aquellas que imediatamente saben distinguir cuando es una verdadera o una falsa, cosa que no ocurre a los hombres. Los hombres se dejam engañar más facilmente que las mujeres en ese nivel.  Sin embargo, las mujeres se dejam engañar, son crédulas con respecto a otra mujer y piensan que la otra mujer posee el misterio exquisito de la verdadera feminidad. Es outra pasión femenina: la pasión con la Otra mujer, pasión histérica por excelencia.

Ahora bien, si del lado femenino existe este principio de inacesibilidad es porque  ese principio de inacesibilidad padece la demanda de amor femenino y es por eso que la demanda de amor femenino, como Lacan ha demonstrado, es una demanda que no cesa y que pide aún, aún, aún más, encore et encore. Este “aún” caracteriza la demanda de amor de las mujeres y es siempre aún, porque de ese lado no hay límite, pero que es este “aún”, que es la fuente de todos los males entendidos, ya sea el malentendido de la relación de la niña con la madre, ya sea el malentendido de la relación de la niña con el padre, como el malentendido que reina entre las mujeres y los hombres. ¿Para lo que apunta este “aún”? No hay que creer que se trata de un objeto, aunque que a veces ellas piden objetos. Lo que apunta el “aún” es más bien al signo proveniendo del Otro, el signo de una presencia que dé. ¿Pero, que dé qué? Que dé nada, en todo caso nada más que el signo.

Los signos no hay que confundirlos con los significantes. ¿Que es un signo? Un signo es algo que aparece como indexando una presencia. Lacan decia que no hay humo sin fumador, que no hay humo sin fuego. El humo es el signo de que hay um fuego y no puede haber fuego si no hay alguien que lo acendió. El humo es la presencia de quien acendió el fuego, de alguien que incendió el fuego.Cuando hay signo siempre hay alguien detrás del signo. Si no hay signo, no hay nadie.

Por el contrario, el significante se articula con otro significante para representar un sujeto. Pero cuando hay un sujeto, esto no quiere decir que haya alguien. Un sujeto es un efecto de significación que no asegura de ninguna presencia. Cuándo ustedes leen un libro antes de dormirse, estan bajo los efectos de los significantes del texto, estan bajo los efectos del sujeto del texto, pero este sujeto no realiza una presencia. Pero se en ese momento ustedes escuchan, por más apasionado que esté con la trama de la novela del libro, por ejemplo, un golpe en la ventana, van a sobresaltarse. Creían que estaban solo en la habitación y de repente un golpe en la ventana les hace pensar que hay alguien del lado de fuera. Un signo es signo de la presencia que puede ser muy angustiante y inquietante o también dar seguridad. Son los signos de la presencia con lo que se juega mucho en los filmes de terror o de ficción científica, para hacer existir a partir de pequeños signos, presencias enigmáticas, presencias del más allá. El signo hace existir un más allá. Es por esto que la cuestión está articulada a la presencia de los signos del amor.

Si amar es dar lo que no se tiene,[14] ese es el más difícil de los dones. Este don hace intervenir lo que falta y también se encuentra articulado en el corazón del amor. Pero, ¿Como podemos saber si la respuesta del otro es una respuesta de amor o no? Nunca hay certeza salvo en la psicosis. Solo la mujer psicótica tiene certeza del amor o del odio del otro, pero para las que no son psicóticas, el amor es siempre incerto, tan incierto como el signo.

Con respecto al signo, todo depende de la interpretación que se le dá, porque el mismo signo puede ser recibido en momentos diferentes con interpretaciones diferentes. El signo depende de la dinámica temporal y de la lógica en la cual se inscribe. Por ejemplo, al comienzo de la análisis una mujer puede referirse a algo que dijo la madre o que hizo la madre, y interpretar esto como “esa madre nunca me quizo”. Al final de la análisis, este dicho de la madre o efecto de la madre, que es el mismo, adquire otra interpretación. Ahí donde la niña creía que la madre nunca la quiso, puede, al final, advenir una otra interpretación que sea aquella que consiste en decir: “era yo que atribuía a mi madre un desamor”. En el curso del análisis hay una transformación del valor del signo en función del deciframiento que se produce en el análisis, lo cual transforma los efectos de sentido de los hechos que han tenido lugar y se el efecto de sentido cambia la posición del sujeto, cambia en la medida en que sujeto es un efecto de sentido.

Se a veces el amor se puede contentar del silencio, el amor es más bien voraz de palabras. El amor necesita del discurso amoroso, de las palabras de amor y de la carta de amor. El discurso amoroso y la carta de amor, es también una de las pasiones fundamentales de la mujer. En la demanda de amor femenina, se trata de una demanda de signos y de palabras que podrían discernirle a ella un ser femenino. Su ser femenino ella lo espera del Otro y de ahí proviene el malentendido de la feminidad y también su malestar. Ella se siente mal porque contrariamente a los hombres, ellas no disponem de un aparato significante para poder universalizar su asiento antológico, yo diria. Ella es otra para ella misma. Es esta alteridad con respecto a ella misma que a veces ella quisiera poder calmarse con los signos del amor, con los cuales ella espera una cierta consistencia de su ser.

Por lo tanto, podríamos suponer que el estrago en la mujer, caracteriza el enredo específico de lo real de lo cual ella es un efecto encuanto mujer. Las mujeres padecen de lo real. En consecuencia, lo que ella espera de su madre entanto que existencia, ser y subsistencia, su madre, que es una mujer, no se lo puede dar. Lo mejor que lo puede dar la madre es un signo del amor, le puede dar el ejemplo de la forma singular que ella, madre, ha encontrado como mujer. La forma singular que la madre ha encontrado de ser mujer, es decir, su modo singular de hacer con el imposible de la feminidad.  s decir que la madre no puede transmitir a la hija un saber articulado sobre la feminidad. No hay concepto de feminidad transmisible de la madre a la hija. Ella no le puede transmitir porque no hay un saber sobre el goce femenino que se articule en término de saber. Lo que la madre puede hacer es solamente mostrar a la hija con su ejemplo en su forma de hacer, de decir, su forma única, su manera absolutamente singular, en la cual ella ha encontrado su solución como cada mujer debe encontrarla.

La experiencia de la madre para devenir mujer no podrá nunca transmitirse a su hija porque la madre no le puede transmitir a la hija el Uno de la excepción que fundaria para la hija el todo de la feminidad. En este sentido, si no hay saber transmisible de la feminidad al cual la madre puede satisfazer, la hija debe renunciar a su pasión de esperar de la madre un principio de escritura de la feminidad. Sobre este se esconden los reproches de la hija hacia a la madre puesto que ha hija supone que la madre encierra un secreto sobre la feminidad que no le quiere transmitir.

Es necesario que la análisis haga caer a una mujer de esta ilusión, que esta ilusión se desvanezca, que esta creencia sea desmentida para que la mujer pueda asumir, a su vez, un modo de hacer con el enredo femenino, un modo de hacer con el propio modo en que se ha armado para ella el nudo de lo femenino. En el fondo, ese enredo a la madre le ha permitido, a su modo, de encontrar una pareja, un hombre, del cual ella se ha hecho su sínthoma para tener hijos. Pero la madre no puede transmitir a la hija do que los signos de su propia exclusión, de su exclusión de las palabras, de la exclusión de la articulación del lenguaje en términos de saber, exclusión que es propia a la femenidad, exclusión de la cual la madre lleva las marcas en su cuerpo en tanto que cuerpo de mujer. Son eses signos de exclusión que la madre lleva en el cuerpo, como cualquier mujer, que la niña habrá interpretado y mal interpretado, interpretado al revés, produciendo en ella un efecto de estrago.

La salida del estrago, pasión mayor femenina para una mujer, es posible en una análisis y la salida del estrago le permite a una mujer de poder cernir el nudo del enredo con la madre, para poder concebir que este enredo con la madre no era otra cosa que el nudo en el cual su propia madre ha podido responder al real en juego en la posición femenina. Deste modo una mujer podrá cernir en el punto en que ella se enredó, lo que le permitirá, por conseguinte, como ella puede desenredarse para corregir la versión materna, o para contrariarla, pero elegiendo su propia versión.

Constatamos que la niña ha estado tomada en este enredo y para acceder a una versión diferente de aquella que le proponia la madre, en el lugar de corregirla, en la mayoria de los casos, se agravó el enredo.

Después de tener recorrido, la mujer puede acceder no a un saber sobre el goce lo cual escapa siempre, pero a un “saber hacer” con la feminidad. Ese “saber hacer” no es un saber de libro, no es un saber teórico, no es un saber articulado, porque es un saber que no se articula. Es un saber del orden de lo que se hace como saber fuera del matema, fuera del concepto, es lo que responde más bien al saber hacer del artesano.Las mujeres son artesanas de su femenidad.

Freud había dicho que la artesania, el tejido, había sido inventado por las mujeres. La interpretación de Freud que me hace siempre reir mucho, es que Freud suponia que las mujeres para esconder la falta del pene, habian comenzado a tejer, primero sus pelos pubianos y que de ahí derivava la relación de la mujer con el tejido. Es un poquito tirado de los pelos, de los cabellos.

Pero encontramos ahí una intuición fecunda en el sentido de que “saber hacer”, en sentido de la técnica artesanal comporta, que un hacer responde como solución, algo que es del orden de lo real.Y sería la imposibilidad propia de lo real femenino lo que hace con que las mujeres sean muy dotadas, que se mueven como piscis en el agua, con todo lo que es “saber hacer” con los semblantes y “saber hacer” con lo que no hay. También “saber hacer” con los artificios para cubrir lo real. Hay algo de arte en las mujeres, arte de la cual ellas no pueden servirse mientras siguen enredadas en una demanda reivindicativa con respecto al que ellas conciben como un estrago materno. Para una mujer habrá para ella acceder a la posibilidad de “saber hacer” con lo real de la femenidad, cuando se haya separado del reproche y del reivindicativo con respecto a su madre. Es decir, que cuando su pasión de su estrago cesa, quizás allí podrá usar su modo singular de “saber hacer” con lo real de la femenidad.  Gracias

 

Tania Coelho dos Santos: Le agradezco mucho Esthela Solano-Suárez por su longa exposición, detallada y extremamente rica a propósito de la sexualidad femenina y de la feminidad, tema que nosostros hemos trabajado casi todos los dias y en relación al cual siempre nos sorprendemos, escuchando cosas interamente nuevas, bajo ángulos o perspectivas diferentes. Paso, entonces, la palabra a los ouvintes que quierán hacer preguntas a Esthela.

 

Marcia Mello: Me gustaria hacer una pregunta que parte de una frase que usted ha dicho pocos minutos antes de terminar su conferencia: “las mujeres padecen de lo real”. Me gustaria que usted hablase un poquito más sobre ¿cómo es esto en la psicosis? Yo me acordé del texto de Lacan “El Arrebatamiento de Lol V. Stein” [15]y de lo que Lol pudo hacer con esa questión que usted ha desarrollado sobre la subsistencia del cuerpo vivo en el sentido de habitar el lugar y ese ser de cuerpo.

 

Esthela Solano-Suárez: La mujer psicótica tiene, quizás, un poco más de dificuldad para saber hacer con los semblantes a fin de hacer existir una posición femenina allí donde no hay ningún soporte del lado de lo significante.Una modalid de hacer con eso del lado de la psicosis, es, precisamente, de vir a ocupar el lugar de la mujer que no existe, de la mujer de todos los hombres. Yo he tenido la oportunidad de haber recibido en consulta mujeres que ejercen la prostituición, que tienen una vida, digamos, muy ordenada en función de esta profesión. Hay que tener presente que para soportar esa profesión, la posición subjetiva no debe ser una posición subjetiva que esté afetada por el pudor, por la vergüenza y por todos estos afectos y pasiones que son típicos de una relación con la castración. Haber hecho de la prostituición una profesión supone una posición subjetiva donde los efectos de inibición o de vergüenza no afectán al sujeto. Yo he constatado que precisamente a traves de esa profesión, ella realizaba la mujer de todos los hombres, la mujer a servicio del goce de todos los hombres, y eso la estabilizava en un semblante de vida normal, digamos.

Ângela Bernardes: Te agradezco mucho por la conferencia. Mi pregunta es también para aprovechar su presencia y presentar una cuestión sobre las fórmulas de la sexuación. La manera como usted presentó fue muy esclarecedora cuándo usted ha colocado del lado derecho los cuantificadores, como siendo el más allá del Edipo para la mujer. Mi pregunta es: ¿es possible para nosotros pensarmos el lado derecho sin el lado izquierdo? ¿Podríamos pensar el no-todo femenino sin la excepción? Es decir: ¿Sería possible pensar el lado femenino de los cuantificadores solamente del lado derecho? ¿Sería possible situar la psicosis solamente del lado derecho, o sería una forma más correcta nosotros no usarmos estes cuantificadores cuando pensamos en la psicosis?

 

Esthela Solano-Suárez: Yo he comprendido bien. Es una pregunta muy interesante, porque, quizás, encontraríamos allí la explicación de la fórmula de Freud  “las mujeres no tienen superyo”, evocada en la mesa coordenada por Tania Coelho dos Santos, en las Jornadas de la EBP-RJ. No existe esta función de excepción que inscribe la lógica de la función del superyo, en última instancia.  Me parece que la reltivización, el acento que hay que poner en esto, es que el no-todo del lado femenino, no quiere decir, absolutamente, toda excluída de la función fálica. Es decir que el no-todo no es sinónimo de forclusión.  La no inscripción de la existencia que haga excepción del lado femenino, no es equivalente a la no inscripción fálica en la psicosis. El Presidente Schreber, de Freud, no nos dá una versión del goce femenino. Él nos dá una versión de la construción de una excepción, la mujer de Dios, que es una característica de una posición psicótica. Y esa es la paradoja. En la medida en que el no-todo se refiere de todas maneras al falo, esto indica que en la lógica del no-todo, la inscripción de la función fálica está asegurada.

 

Fernanda Dias: En su conferencia de viernes, “La formalización del Edipo freudiano”, en las Jornadas de la EBP-RJ, usted cita una metáfora utilizada por Lacan para referirse al síntoma: el síntoma como “un piscis voraz que engole el sentido”. Hoy, al hablar del amor, usted coloca como una de las pasiones, la voracidad de las palabras y cita las cartas de amor como otra forma de pasión. ¿Sería esa voracidad algo que aproximaría amor y síntoma?

Esthela Solano-Suárez: Si, pero no del mismo modo. Me parece que la voracidad del sentido del lado del síntoma, no es la misma voracidad que se inscribe como de la misma forma que síntoma se nutre del desbordamiento de la función fálica que desborda sobre el cuerpo, sobre el pensamiento, en cambio, me parece que la demanda de amor femenina desborda la función fálica.

Yo había traído dos ejemplos muy bonitos y no los presenté porque me pareció que era un poco abusar de vuestra paciencia. Pero, si ustedes queiren yo los presento rapidamente y terminamos ahí.

Uno es el caso de Maria Bonaparte, la princesa. La alteza Maria Bonaparte tenía fortuna, tenía poder, tenía encanto, era bellísima, cultísima, seductora. Era una princesa. Sin embargo no era feliz. Al nivel de tener, no le faltava nada. ¿Por qué  no era feliz? ¿Por qué nunca pudo acceder al orgasmo vaginal, decia ella, o sea, el goce femenino? Su cuerpo rechazava a abrirle a ese goce. Ningún partenaire le dió nunca esa satisfación. Empezó una análisis con Laforge y decidió que, si sua análisis no resolvia su problema de frigidez, hiba a hacerse una cirurgia. El analista le dijo que ella divagava. De todo modo, ella se fue operar para aproximar el clítoris de la vagina. Según los profesores, los médicos, ellos le habían dicho que con esta operación, ella podría acceder al goce sexual. Pero no fue posible.

Me parece que este caso pone en evidencia algo fundamental: la imposibilidad para la princesa se inscribir también del lado del amor. El amor, como sabemos, dice Lacan, no circula en el mundo del rico, el amor no está del lado de Poros, sino de Aporia, de la pobreza, del no tener. Es decir que la lógica del amor está más del lado de la mujer pobre que del lado de la mujer rica. 

De todas maneras ella encuentra el Profesor Freud, él la impresiona con su dulzura y su potencia intelectual, y pela primera vez, la princesa puede vivir una historia de amor, amor con Freud, amor de transferencia, un verdadero amor. Gracias al amor de transferencia, ella puede revivir el verdadero drama de amor de su vida. El casamiento de sus padres había estado ordenado por su abuela, la princesa Pierre, que decidió por ese casamiento por la gran fortuna de la madre de Maria Bonaparte. Precisamente la fortuna de su propia madre es lo que se dice que fue la causa de su morte. Una muerte que muchos sospecharan que fue un crimen y que la madre de Maria Bonaparte había sido la víctima de una especie de crimen organizado para robarle la fortuna.

Entonces encontramos un hilo invisible que va de la búsqueda de ese goce otro, de la normalidad orgástica, como ella decia, y que le conduce a la infancia, al momento en que ella perde el otro del amor, solo un mes después de haber nacido. En su infancia ella tenia pesadillas y un monstruo horrible le amenazava. El monstruo era el Serquintué. Ese es un nudo de equívocos Serquintué. Proviene del equívoco de dos lenguas: Sarg, que proviene del alemán, que quire decir carrón de muerto, féretro, y tuer que proviene del francés y significa matar. Entre Sarg y tué (être tué = ser matado), se intercala el fonema quin extraído de la palabra requin que, en francês, quiere decir tiburones. Asi se decifra el Serquintué de las pesadillas. Ese es el monstruo de su infancia, el monstruo que con sus dentes rompía los carrones de los muertos y que podría venir a comerla. Entonces, este monstruo anuda la versión de lo sexual a la muerte, desanudado del amor. El deseo criminal atribuído a la abuela, es encarnado para la niña por este monstruo, por otro lado, el padre asociado a una mujer muerta, no puede transmitir una versión viva del deseo. A esto se agrega un padre que vive pegado a su madre, la princesa Pierre, que no tiene ninguna inclinación hacia las mujeres y que se dice que tenía en su mesilla de noche el craneo de Charlote Colbert. A esto se une una escena primitiva en la cuál la niña ve Pascal, su niñera, en una escena sexual donde la voluptuosidad y el goce aparecen completamente desencajados del amor.

La análisis permitió reconstruir el porqué de su imposible goce femenino. De todas las maneras, lo que ella perdió, perdiendo a su madre, la análisis no se lo pudo restituir. Pero gracias al amor de transferencia, ella pudo encontrar, no el goce sexual, pero otra satisfación. Lo que ella procuró a partir de ahí fue el trabajo intelectual y una participación ativisima no solamente en salvar la vida de Freud sino, también, en transmitir la psicoanálisis.

Este es un caso que nos demonstra precisamente una imposibilidad del lado del goce femenino determinada por una gravísima relación con el amor. 

Ahora, tenemos otro caso, una mujer que gozava. Todo que Maria Bonaparte no podría gozar, ella gozava. Y lo mais extraordinario es que no gozava con un hombre, gozava con Dios. Una gran gozadora, Tereza de Ávila.

Tereza de Ávila nos transmite una versión del goce femenino más allá del falo, y que es un goce vivido en el cuerpo porque el éxtasis, tal cual ella lo describe, es un goce del cuerpo. Ella dice: “No somos angeles, tenemos cuerpo, hay que asumir ese cuerpo y dejar de querer mortificalo. Es una locura querer ser un ángel cuando estamos viviendo sobre la tierra”.

Ella nos descrive de que manera en el momento en que ella es raptda por Dios, su cuerpo pierde sus límites. Entonces, el cuerpo pierde la animación de su forma. El rapto amoroso con Dios hace desaparecer los límites imaginarios del cuerpo.  Por otro lado, el cuerpo se vive como inanimado. Parecia que ella decia que el alma no anima más el cuerpo. Aparece primero una sensación de calor. Luego el cuerpo se esfria. El pulso se paralisa. El cuerpo queda fijado en la posición en que se encontrava  en el momento en que Dios o tomó. Los  brazos pueden quedarse abiertos por horas. Las manos pueden quedar rígidas.A veces no se pueden volver a juntar. Los ojos se cierran sin que uno quiere cerralos, o quiedan abiertos pero no se ve nada. Podemos entender lo que están diciendo al nuestro rededor, pero no comprendemos nada, no podemos tampoco hablar. El cuerpo cuando está en estado de rapto, ha perdido el poder sobre si mismo.

El cuerpo sufre dolores en el dia seguiente del rapto amoroso. Es interesante que se trata de una pasión en la carne, en el cuerpo. El dia seguiente sufre dolores en los puños y en el cuerpo intero, un dolor muy vivo. El cuerpo se encuentra completamente deslocado y fuera de sus límites. Pero, al mismo tiempo, no hay que perder de vista que ella nos dice que el sufrimiento del rapto amoroso es un goce delicioso. Es un martirio de dolor y de delicias. En el curso del éxtasis ella perde la posibilidad de su representación. Es una pura ausencia. No tiene más memoria ni entendimiento. Sin embargo, la sensación de dulzura y de goce es sin límites y puede durar horas, fuera del tiempo también, fuera de los límites del cuerpo y fuera de los límites del tiempo.

De esta manera, tenemos el ejemplo claro que Lacan nos indica cuando dice que solo los místicos pueden testemoniar de eso que ellos viven como experiencia de goce más allá del falo, pero de lo que ellos no saben nada. Santa Tereza nos dice que, con respecto a este goce, nada se puede explicar, nadie lo puede creer, es necesario haberlo experimentado. Gracias.

 

Tania Coelho dos Santos: Agradezco a Estella más una vez, a la participación de todos ustedes y también la participación del Programa de Postgrado de la UERJ, que ha divivido con nosotros la realización de este evento. Hasta miércoles, 30.08, a las nueve, cuándo daremos continuidad al III Simposio del Núcleo Sephora de pesquisa sobre el moderno y el contemporáneo.

 

                               Desgrabación de la conferencia y referencias bibliográficas: Maria Luiza Caldas.

                              Revisión: Esthela Solano-Suárez.


Referencias bibliográficas


[1] Conferencia de abertura del III Simposio del Núcleo SEPHORA sobre las “Modalidades de la Precariedad del Nombre-del-Padre”. Fué ministrada en el Programa de Posgrado en Teoria psicoanalítica, en el 28/08/2006, de acuerdo con la invitación de las profesoras Tania Coelho dos Santos (UFRJ) y Márcia Mello de Lima (UERJ).

[2] FREUD, S. (1931) “Sobre la sexualidad femenina”. Vol XXIII; (1933 [1932]) “Nuevas conferencias de introdución al psicoanálisis, Conferencia XXXIII – ‘La Feminidad’ ”. Vol XXIII. In: Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu ed., 1992.

[3] Freud, S. (1937) “Análisis Terminable e Interminable”. In: Op.Cit., vol XXIII.

[4] Esthela Solano-Suárez se refiere a las XVII Jornadas Clínicas de la EBP-RJ - ¿Para que sirve um Padre? La plenária de la Oficina Clínica IV, intitulada “De los Nombre del padre: creencia, descreencia y reivención”, fue coordenada por Tania Coelho dos Santos y Marcia Zucchi y contó con los siguientes trabajos realizados en el ámbito de la propia oficina en EBP-RJ y también en conformidad con la pesquisa desarrolada en el Núcleo Shephora de pesquisa sobre lo moderno y lo contemporaneo, coordenado por Tania Coelho dos Santos: “Fragmento de la análisis de una mujer: el impase de la feminidad “, por Maria Cristina da Cunha Antunes; “Final de análisis como identificación al síntoma del hombre”, relatado por Rachel Amin Freitas; “Sobre el tratamiento masculino del goce femenino”, relatado por Luciana Genial. Los trabajos son inéditos.

[5] LACAN, J. [1969-70]. El seminario. Libro 17: Reverso del Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós, cap. VI.

[6] Tratase de los textos freudianos que componen las “Contribuiciones a la psicologia del amor I y II” (1910): “Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre” y “Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa”. In: Obras completas. Vol. XI; Op. Cit.

[7] LACAN, J. (1972-73). El Seminário. Libro 20: Aún. Buenos Aires: Paidós.

[8] N.T.: El termo usado por la autora en la conferencia, ministrada en español, fué “subsistencia”. Como se puede observar abajo, en la edición francesa (original) el termo usado es substance. Mantenedremos el termo subsistencia, tal como usado por la autora, para seguirmos el recorrido que ella propone a partir de su pesquisa semántica.

“A ce titre l’élucubration freudiene du complexe d’Oedipe, qui y fait la femme poisson dans l’eau, de ce que la castration soit chez elle de départ (Freud dixit) contraste douloureusement avec le fair du ravage qu’est chez la femme, pour la plupart, le rapport à sa mère, d’où elle semble bien attendre comme femme plus de substance que de son père, - ce qui ne vas pas avec lui étant second, dans ce ravage” (LACAN, J. [14/07/1072]. “L’Étourdit”. In: Autres écrits. Paris: Editions du Seuil, 2001, p. 465).

[9] N.T.: Subsistir – [del lat. subsistere]. V1. intr. 1. Dicho de una cosa: Permanecer, durar, o conservarse. 2. intr.. Mantener la vida, seguir viviendo. 3. intr.. Fil. Dicho de una sustancia: Existir con todas las condiciones propias de su ser y de su naturaleza. (Diccionario de la lengua española – 22ª. edición – Real Academia Española).

[10] Rey, A. (Dir.) (1998). Le Robert - Dictionaire historique de la langue française.

[11] FREUD, S. (1933 [1932]). Op. Cit.

[12] LACAN, J. (1972-73). El Seminário, libro 20. Aun. Buenos Aires: Paidós.

[13] FREUD, S. (1912-23) “Toten y Tabu”. Vol. XIII. Op. Cit.

[14] “[...] amar es siempre dar lo que no se tiene, y no dar lo que se tiene”. LACAN, J. (1957-58). El Seminario, libro 5: las formaciones del inconsciente. Buenos Aires: Paidós, cap. XI.

[15] LACAN, J. (1965) “Hommage fait à Marguerite Duras, du ravissement de Lol V. Stein”. In: Autres Écrits. Op.Cit.