|
Buenos dias.
Vamos a trabajar entonces la questión
de las pasiones femeninas, lo cual comporta fundamentalmente las
cuestiones relativas a la feminidad. Agradezco la indicación de
mis colegas, Tania Coelho dos Santos y Márcia Mello, para
participar de este espacio de trabajo en la Universidad.
Voy hacer primero un pequeño
recorrido en el concepto y nociones de psicoanálisis que
ustedes ya, seguramente conocen, y que son necesarios para los
argumentos teóricos y conceptuales de lo que quiero sostener
hoy.
Primer punto: de la sexualidad a la sexuación
Para los
seres hablantes la sexualidad no tiene nada de natural.
Esta es la verdad evidenciada por el discurso analítico.
Freud estableció premisas de la sexualidad anudandolas
al complejo de castración, que constituye, según Freud, el
complejo nodal de las neurosis. Es en esta expresión freudiana,
complejo nodal, que encontramos expresada la idea de algo que
hace un nudo entre sexualidad y castración. El complejo de
castración introduce para cada sujeto la necesidad de
determinarse a nivel de una elección subjetiva, con efeccto, a
la diferenciación sexual, y en consecuencia, el sujeto deve
responder a una posición sexuada encuanto hombre o mujer.
La posición
masculina o la posición femenina serían, según Freud, un
resultado de un proceso eminentemente lógico que comporta una
serie de pontuaciones fundamentales. En este sentido, para Freud
la elección de la posición sexuada no responde ni a un
recorrido evolutivo, en un sentido psicológico, ni a un proceso
que corresponde algo de la orden de una maturación biológica.
Por el contrario, cada pontuación lógica determina para cada
sujeto infantil un tiempo de ver, un tiempo de comprender y un
tiempo de concluir. Estas diferentes pontuaciones se llevan a
cabo en el curso de la infancia y comporta, en cada una, una
modalidad diferente de subjetivación de la pérdida. Para cada
niño el momento de realizar, de concebir que se trata de algo
que se pierde, dependerá de las contingencias a las cuáles
tiene que enfrentarse en el curso de su vida. Pero la
subjetivación de la pérdida se realiza en una temporalidad
retroactiva, dije Freud, una temporalidad de après-coup.
El punto de anodamiento, el punto de almodillado de esta
temporalidad sería aquel en el cual viene concluirse un proceso
lógico de asunción de la identidad sexual, encuanto se cumple,
se realiza en el momento de la puberdad, es decir, en el momento
de la adolescencia. Así la posición sexual de cada sujeto
testimonia de la relación del sujeto con la castración, es la
tesis freudiana.
Segundo punto: lo que hace objeción ao primado del falo
La
castración es una operación de lo que se deduce de lo que
Freud llama la primacía del falo.
Para los niños freudianos el
falo es un atributo universal.
Lo que
Freud llama primacía del falo sería aquello que caracteriza un
proceso lógico de universalización del razgo fálico en un
primer tiempo.
En un segundo tiempo, el tiempo lógico, los niños
freudianos deben pasar por el desengaño con respecto a esta
ilusión de la universalidad del falo.
Según
Freud, lo que contradice la primacía universal del falo sería
la percepción hecha por el niño de la ausencia del falo, es
decir, la percepción de lo que falta. Esta percepción de la
falta tiene lugar en un registro imaginario, pero no puede
asumirse una falta como tal si esta falta no ha sido
simbolizada. Según Freud, esta percepción de la falta pone en
juego la simbolización de la falta y obtiene una incidencia
sobre el sujeto en la medida en que esta simbolización de la
falta es autoreferida, es vivida como auto referencial.
Es una percepción exterior pero vivida como teniendo una
incidencia sobre el cuerpo própio.
Es
decir, que esto hace valer, según Freud, en un tercer tiempo lógico,
la amenaza de la pérdida, o bien, la subjetivación de la pérdida.
En este sentido, la percepción de la ausencia del falo es
traumática según Freud, puesto que ya introduce en el sujeto
la posibilidad de una pérdida que lo concierne.
De ese
trauma el sujeto infantil se defiende a traves de um juicio, según
Freud, una posición de juicio que comporta tres vertientes: una
es la represión, otra es la del desmentido y la tercera es de
la foraclusión de la falta.
Esto determina la posición del sujeto como neurótico,
como perverso o como psicótico.
La subjetivación de la pérdida
Volvamonos
al punto en el cuál Freud se encuentra confrontado a lo que está
en juego en la sexualidad femenina.
Él ha considerado que los niños
están en una posición de equivalencia con respecto a la niña,
en lo que concierne al primado del falo, etapa lógica que tanto
vale para los niños como para las niñas.
Sin embargo, la descripción
del complejo de Edipo que Freud procura, consiste a poner a la
niña y al niño en una posición que no es equivalente. Es
decir, que para el niño el complejo de Edipo se termina cuando
el niño asume las consequencias de la amenaza de castración,
de la amenaza de la pérdida del órgano, y la niña, según
Freud, es a traves del descubrimiento de esa falta, es
fundamentalmente el descubrimiento de la falta en la madre, que
se abre para ella la puerta del complejo de Edipo. Así la niña
freudiana deve serpararse de sua madre y orientarse hacia el
padre.
¿Por qué
dejaria ella a su madre que es, después de todo, su primer
objeto de amor? Según Freud, la niña se separa de su madre por
causa de la decepción en la medida en que la niña
experimentaria, subjetivaria su relación a la falta a traves
del descubrimiento de la falta de la madre. Esto le permitiria
orientar su demanda al otro lado, en la medida que ella llegaria
a comprender que su madre no puede darle lo que ella espera, que
ella no puede o que ella no quiere.
Estas serian las raízes del odio de
la hija hacia la madre.
Así la
niña debe encaminarse en relacíon con la madre, del amor hacia
el odio, y es sobre todo el odio lo que la despega de la madre y
lo que la empurra a orientarse hacia el padre. En ese movimiento
Freud hace pivotar a la niña al rededor de un objeto, el objeto
fálico.
Ella
supone que el padre que lo tiene puede darle.
Es allí que Freud introduce una metáfora, en la
medida en que nos indica que a ese falo, que la hija espera del
padre, a partir de un cierto momento en la subjetividad de la niña,
en el lugar del falo esperado, se sustituye el deseo de un hijo.
En esas condiciones el hijo estaria ya inscrito en el momento edípico
de la niña como siendo un objeto fundamental que ella espera
del padre. Según Freud, la niña tiene que sufrir una decepción
más con respecto al que ella espera del padre, para que, a su
vez, su demanda se desprenda del padre, y que esta demanda pueda
ella orientarla hacia los sustitutos del padre, es decir, hacia
los hombres a venir.
En ese
recorrido, nos dice Freud, pueden ocurrir muchos accidentes.
Ya sea que la niña no se despega de la madre para
orientarse hacia al padre, o, ya sea que una vez que se orientó
hacia el padre, ella no puede separarse de la demanda dirigida
al padre y orientarse, en consecuencia, hacia los hombres.
En este caso ella queda fijada
en un lugar esperando del padre un don, o imaginando que
solamente su padre la puede colmar. Puede ocurrir también que
la hija rechaze el descubrimiento de la diferencia sexual y que
no acepte de estar afetada por la falta. En este caso, dice
Freud, la niña desarrollará un complejo de masculinidad, y
todo depiende de la fuerza de fijación de este rechazo.
Si se trata de un rechazo definitivo, indica Freud,
esto dará lugar a una psicosis y puede comportar una
reivindicación delirante del falo, que puede tomar también la
forma de una reivindicación delirante de tener un cuerpo
masculino, de terner un cuerpo de hombre. Si este rechazo se
dialectiza, por el contrario, seria solamente un momento de
pasaje por una reivindicación masculina en la niña que podria
soldarse, posteriormente, por una aceptación de la feminidad.
En este
sentido, podemos declinar las pasiones femeninas en Freud,
centradas al rededor de la reivindicación fálica, y dando
lugar a una reivindicación permanente dirigida a la madre, bajo
a la forma del odio, una reivindicación dirigida al padre, o
bien, una reivindicación dirigida a los hombres.
En este caso, la pasión fundamental de la mujer freudiana
estaría organizada en torno de su reivindicación al falo.
Pasemos a
otro punto, el punto en que consideraremos la lógica freudiana
de la castración feminina.
La lógica freudiana de la castración feminina
Hacia los
años treinta, Freud [2]
hace un grande descubrimiento que nos lleva a considerar que
antes del complejo de Edipo propiamente dicho, en lo que
concierne a la niña, hay un período fundamental de una grande
riqueza que comporta consecuencias fundamentales para la niña.
Este es el período de la relación que une la niña a la madre.
Freud concibe, entonces, que ya en la relación pre edípica de
la niña con la madre, la niña introduce de manera fantasmática
el falo: como el niño que ella quiere dar a la madre, o bien,
que ella quiere recibir de la madre.
Este niño fálico es un objeto metonímico derivado de
los objetos pulsionales y aqui encontramos una antecedencia
conceptual em Freud de que Lacan después cambia desarrollar
como el niño ocupando para una mujer el lugar del objeto pequeño
a.
Freud
descubre una secuencia metonímica que nos permite percibir que
hay un antecedente lógico de la metáfora fálica en el
momento, propiamente dicho, de la relación de la niña con la
demanda dirigida al padre. Esta precedencia lógica permite a
Freud descubrir que el niño ocupa un lugar muy importante en la
relación de la niña con su madre, y que el niño viene como un
desplazamiento de la significación del objeto anal, de la caga.
Es decir, que habría un deslizamiento metonímico del
objeto, en el sentido de un objeto pulsional dependiente de la
demanda del Otro, de la demanda que caracteriza fundamentalmente
una etapa en que el niño tiene que separarse de su objeto anal,
satisfaziendo la demanda del Otro y socializando este objeto
para adquirir el control de los esfínteres. En este caso, vemos
que el niño es un sustitutivo de este objeto, correlacionado
logicamente a la demanda del Otro, lo cual comporta también que
una relación de una mujer con su hijo o hija, pone en juego la
relación de esta mujer con la demanda del Otro materno. Por
eso, muchas vezes, muchas de las pasiones que se juegam para una
mujer en el nascimiento de un hijo, activan esta relación a la
demanda del Otro, bajo modalidades diferentes que pueden
comportar, ya sea, ofrecer ese hijo a la madre dejándolo a sus
cuidados, o preservarse precisamente de la intrusión de la
madre en la relación con el hijo, o la preservación delirante
en concibir que la madre le quiere robar el hijo.
En todos
los casos, la lógica freudiana es una lógica centrada para los
dos sexos, fundamentalmente, en torno de la cuestión del falo.
Tener o no tener el falo es, digamos, el punto de orientación
freudiano en lo que le concierne la categoria de hombres y de
mujeres.
La
consecuencia de esta lógica fálica conduce a Freud a constatar
que el final del análisis naufraga frente a un obstáculo mayor
que él llama “la roca de la castración”, según Freud,
desarrollada en el texto “Análisis Terminable y
Interminable”.[3]
Él constata que es muy
difícil llevar los análisis más allá de “la roca de la
castración”.
Esta
“roca de la castración” presenta dos caracateristicas que
Freud declina en “el rechazo de la feminidad”. Es un tema
que ha trabajado mucho Tania Coelho do Santos, según entendi,
en los trabajos que se presentaran en las Jornadas.[4] Del rechazo de la feminidad participan los dos sexos,
tanto los hombres como las mujeres, rechazo que consiste en no
querer aceptar lo femenino.
En las
mujeres, el rechazo de la feminidad, que seria una pasión
freudiana por excelencia, toma la forma do que Freud llama el Penisneid – invidia del pene – punto de obstáculo mayor en la
dirección de la cura en una mujer, para Freud. Para los hombres
el rechazo de la feminidad caracteriza toda las dificultades
masculinas con la autoridad, en la medida en que, reconocer la
autoridad de otro hombre, supondria para un hombre, a nivel
fantasmático, someterse en posición femenina a otro hombre.
¿Cómo,
entonces, llevar a los sujetos más allá de sus impases? ¿Como
llevar a una mujer más allá de la pasión del
Penisneid?
Esta es la cuestión de Freud.
Vemos
bien que la lógica freudiana somete la sexualidad femenina al
regimen de la impotencia fálica, la cual conduce, al mismo
tiempo, la teoria psicoanalítica a un impase que consiste en
confundir feminidad y histéria y que erige el misterio del
deseo femenino.
Elaborando
la lógica de este impase freudiano, Lacan ha podido empurrar más
allá los límites conceptuales que encerraban a la posición
femenina dentro del impase de la mujer histérica. Para poder
llevar más allá y superar ese impase, tendría que llevar en
cuenta lo que dicen las mujeres en análisis.
Lacan, en el Seminario
17,[5] tiene una frase muy bonita. Él dice que Emma, Dora, Ana
O. y otras, eran bocas de oro que regalavan perlas a Freud.
¿Por qué Freud las encerró a todas en el mito del
Edipo? Podría haber hecho con lo que ellas decian algo mejor.
¿Por qué? Porque las mujeres en análisis seguramente
testimonian de su pasión fálica, no lo podemos negar, pero
también testimonian que la relación con el falo no es lo único
que les interesa. Ellas testimonian, cuando hablan, de la
importancia fundamental del amor para ellas.
El amor
ocupa un lugar privilegiado para las mujeres, es una pasión
fundamental femenina. Esto porque el amor, para una mujer, es la
condición de su goce sexual. Es ahí que la posición masculina
y la posición femenina divergen esencialmente. Un hombre puede
gozar fuera de las coordenadas del discurso amoroso y para un
hombre el discurso amoroso, puede ser, en la mayoria de las
veces, un obstáculo para el goce sexual. Freud
[6]había ya señalado una disjunción entre el amor y el
deseo. Amor y deseo no pueden coincidir en la mayoria de las
veces, bajo el mismo objeto, porque en los hombres la madre
contamina las mujeres, según dice Lacan. Es decir, para los
hombres el objeto de amor, el objeto de ternura es la madre, y
en estas condiciones, si la madre es el objeto prohibido, como
es el objeto del deseo, entonces el objeto del deseo debe estar
encarnado por una mujer que tiene que ser otra que la madre, el
reverso de la madre, el reverso del amor, es decir, una mujer
depreciada, una mujer desvalorizada, una mujer que trae en ella,
un trazo de desvalorización. El reverso de la madre es la puta.
La disjunción
en los hombres entre el amor y el deseo, les hace muy difícil
para ellos coincidir la corriente amorosa y la corriente del
desejo en el mismo objeto.
El goce masculino, como dice
Lacan[7], es un goce que precinde de la palabra de amor. Es un
goce que tiene lugar en un espacio de silencio, en una zona sin
palabras, mientras que en las mujeres Lacan hace valer la relación
de las mujeres fundamenalmente con el amor.
Para ellas
implica que ofrecerse como objeto del fantasma del hombre, es lo
que ella dá para obtener en trueco una respuesta de amor.
En los
hombres Lacan nos indica que lo que domina a nivel del goce, es
la relación con el objeto pequeño a del fantasma.
Del lado
masculino, el objeto pequeño a causa de deseo, es condición de
goce, lo que hace con que del lado masculino predomina la fórmula
del fantasma -- $
à a.
En consecuencia, Lacan nos indica que para un hombre,
una mujer ocupa una posición de objeto fetiche, mientras que en
las mujeres no encontramos ese razgo dominante del objeto
fetiche, encontramos, más bien, la pasión amorosa.
Esa relación de la mujer con
el amor, hace con que el goce feminino más allá del falo,
tenga que ver con ese lugar que Lacan escribe S(
), con ese matema que
caracteriza el lugar del significante que falta en el Otro.
La pasión femenina con el partenaire amoroso es una
pasión que la pone en relación con el significante del Otro
que falta. En esa relación de la vertente femenina del amor,
tiene, más bien, el carácter erotomaníaco.
Con
efecto, Freud ya había notado que para las mujeres el temor de
perder el amor, tenía el mismo valor que el temor de la
castración del lado masculino, pero era necesario poder cernir
que el amor ocupa un lugar central en el goce femenino, y era
necesario, entonces, poder formular a partir de allí, la pasión
fundamental de las mujeres con respecto a la madre.
Lacan desplaza la problemática, puesto que Freud había
centrado la relación de las mujeres con respecto a la demanda
hacia al padre, y Lacan caracteriza la posición femenina,
fundamentalmente, a partir de la relación con la madre.
Es ahí
que Lacan nos habla del estrago, que no es un termo freudiano.
El
estrago caracteriza la relación de una mujer a su madre, tal
como Lacan lo nota en un texto que se llama “L´Etourdit”.
Lacan afirma que si la niña, o la mujer, parecen esperar de la
madre más subsistencia[8]
que del padre, lo que espera la niña de la madre es un más de
subsistencia, y que lo espera de la madre y no del padre.
Esta
frase es una pequeña frase, no tenemos un desarrollo de esta
frase que es, al mismo tiempo, una frase muy enigmática. Yo fué
a buscar el valor semantico de este termo, que es el saber que
se acumula en el cristal de la lengua nos indica con respecto a
ese termo de subsistencia.[9]
En el Robert,
Diccionario historico de la lengua francesa[10],
encontré cosas muy interesantes con respecto al termo
subsistencia, que deriva del latin clasico, subsistere,
que significa habitar algun lugar, al mismo tiempo resistir, no
ceder. Ese termo es de la edad media y toma la significación de
quedar vivo, en lo que
se refiere a significación con respecto a sujetos humanos, quedar
en vida, mientras que, con respecto a los objetos, tomó el
sentido de duración, al que dura, algo que tiene a ver con la duración, algo que
subsiste. El verbo subsistir incluye el prefijo sub que marca la posición de inferioridad de algo con algo, o sea,
que encontramos por un lado el prefijo sub,
y por otro lado, el verbo sistere.
El verbo sistere
deriva del verbo stare.
Stare es un verbo que proviene del latin, y que en francés
es desaparecido, encontramos en español y en italiano. En francés
ha perdurado el verbo esere
del cuál proviene el verbo ser (être),
ha desaparecido stare.
En portugués ustedes me dicen que es sob la forma del verbo estar.
Stare no es del
mismo orden que esere.
Stare no es del mismo
orden que ser, stare
comporta una posición, hace referencia a una posición,
“estar despierto”, “estar cansado”, “estar dormido”,
es algo transitorio, es un modo de ser transitorio.
Por ejemplo, en francés, se
dice “je suis
malade”,” yo soy enfermo” y según la frase implica en
“estar enfermo” o “ser enfermo”.
En las lenguas latinas, donde se dispone del stare,
podemos diferenciar un modo de ser o bien permanente, o bien
transitorio.
Entonces, quiero señalar que tenemos recurso a stare
para calificar algo que es del orden del inesencial, pero, que
es del orden de lo que se acuerda a la temporalidad encuanto
contingencia.
Lo que es
interesante es que stare
se encuentra también en la etimologia de existere,
existir. Como ustedes saben, Lacan ha dado una gran importancia
al ex-sistir. Ex-sistir quiere decir ocupar un lugar fuera de, estar fuera en otro
lado, y para marcar la importancia etimologica de la palabra,
Lacan la transforma en su escritura,y en lugar de x,
escribe k. ek-sistir.
Ex/Ek-sistir es
tener un lugar que no es el lugar del ser. Hay una diferencia
entre lo que es del orden del ser, y lo que es del orden de la
existencia. Según Lacan, el ser no puede ser más do que
aquello que es atribuido por las palabras. El ser no existe
fuera de lo que está dicho, de lo que se dice. Pero la
existencia, por el contrario, es algo que no se puede calificar
a partir de lo que se dice de alguien.
Ustedes no pueden calificar
la existencia de una mujer a traves de las categorias que
declinarian su ser, y esa es la problemática fundamental de la
feminidad.
La
problemática de la feminidad reposa sobre la problemática de
la ex-sistencia/existencia. Podemos decir de una mujer que es
vieja, que es dulce, que es mala, que es fea, todo lo que
queramos, pero todos los atributos se dirigen al ser y nunca va
asegurarlos de que ellas existem. En esta disjunción entre ser
y existencia es que se instala, a mi parecer, la pasión
fundamental del dolor de la feminidad para las mujeres.
Yo parti de subsistere,
donde encontramos etimologicamente
stare y existere. En
lo que concierne la subsistencia que deriva de subsistere,
podemos retenir la significación atestada desde 1774, que es la
que dice que subsistencia es lo que permite vivir. En
particular, es lo que se refiere a los víveres.
Pero a nivel de la antigua
ortografia de subsistence,
com “e”, que proviene del bajo latin subsistencia, de esta
etimología testimonia fundamentalmente la significación tomada
por esta palabra en la teología, en la cual rendía aquello que
nos interesa: la existencia y la subsistancia.
A partir
de estos aportes que encontramos en la etimología, podemos
decifrar un poco mejor lo que Lacan dice, cuando dice que una
mujer espera de su madre la subsistencia, esclarecido por el
saber acumulado en la lengua, la fuerza, la imensidad, la
enormidad de lo que una mujer espera de su madre. Seguramente su
madre no le puede dar puesto que la madre no le puede dar ni la
existencia encuanto que mujer, ni el ser de mujer,
ni la sustancia femenina.
No se lo dá,
no porque no quiere, sino porque es del orden del imposible.
Volvamonos
a Freud, a su conferencia sobre la feminidad[11]
en las “Nuevas Conferencias...”. Allí Freud ponia el
aciento sobre el hecho que el lazo de la niña con su madre se
termina en odio y que este odio encuentra su raiz en la
desmedida reivindicación de amor de la niña.
Freud declina y articula en seguida la fuente pulsional en
la demanda oral dirigida a la madre, una demanda ilimitada de
satisfación oral.
Es interesante señalar que Freud
pone aqui el aciento en esta desmedida de la demanda de la niña
hacia la madre. Es la articulación entre amor y pulsión que
encontramos, precisamente, la significación deste término de
subsistencia en el sentido de su primer valor semántico, es
decir, daquello que permite vivir, daquello que asegura los víveres.
Esta perspectiva nos abre una via de exploración muy
interesante, de la cual podemos sacar una serie de consecuencias
clínicas muy impresionantes, donde se confirma, efectivamente,
que la demanda oral de la niña hacia la madre, en las análisis
de mujeres, está siempre muy activa.
Por el
contrario, en “L´Étourdit”,
Lacan presenta las raizes lógicas de la desmedida de lo que
espera una mujer con respecto a su madre. Esta desmedida, este
sin límite se encuentra corelacionado a lo real de la posición
femenina, es decir, a lo imposible de la posición femenina, lo
imposible en el sentido de
lo que no cesa de no inscribirse para una mujer. La demanda
desmedida de las mujeres, proviene de aquello que no cesa de no
escribirse para ellas. Para desplegar esto hay que tener cuenta
de lo que Lacan ha desarrollado bajo el nombre de fórmulas cuánticas
de la sexuación.[12]
Primero
punto: no existe una excepción del lado femenino que ponga un límite
a la función fálica. En la lógica de la sexuación el falo no
es un objeto ni una falta de objeto. No es tampoco una imagen y,
seguramente, qui no es un órgano. El falo, que se escribe con
mayuscula grega phi (F), es un símbolo, un significante que puede ser
inscripto, que puede inscribirse en el inconsciente como una
función lógica. Entonces la función fálica
Fx inscribe una función lógica
tal cual Frege concibe la función. La inscripción de la función
fálica comporta que el sujeto venga a inscribirse en el lugar
del argumento de la función.
Es en el lugar de x que se inscribe el
sujeto como argumento de la función.
Según esta lógica de la sexuación
habría dos formas de inscribierse como argumento de la función.
Primero, el modo de inscripción posible responde a la lógica
que se articula en el complejo de Édipo freudiano como la lógica
del Uno de la excepción, que Lacan escribe del seguinte modo: existe un x que niega la función
fálica, existe un x que no se inscribe en la función fálica
Existe
un x que nega la función fálica, existe un x que no se
inscribe en la función fálica.
Esto
quiere decir que se trata de una existencia lógica, una
existencia lógica que se inscribe contra, que se inscribe fuera
y que a estar en la posición de excepción lógica permite
construir el conjunto de todos aquellos que responden a la función
fálica:
x .
x
Esta lógica
del Uno y del Todo caracteriza según Lacan la lógica edípica.
Es esta lógica que responde a la posición masculina, es
decir, que todo el goce masculino responde a la articulación de
la función fálica porque existe Uno que se inscribe como
excepción.
Este Uno, que existe encuanto x, es el Uno de la
excepción. Es la forma lógica en que Lacan inscribe el
imposible del padre de “Toten y Tabu”[13] que goza de todas las mujeres, es decir, es el
imposible puro.
Todo sujeto
que se inscribe del lado masculino, está subordinado a nivel de
su goce a la función fálica.
Para que esta universalización sea válida, es
necesario logicamente que una excepción se inscriba fuera del
conjunto de todos.
Esta excepción es que dá razón lógica a la excepción
freudiana de “Toten y Tabu”.
Por
el contrario, habría otra lógica articulada a la lógica de la
función fálica, que no responde a la lógica del Uno y del
Todo, es la que Lacan ha construído como correspondiendo al más
allá del Edipo freudiano, Edipo en lo cual Freud había
encerrado a las mujeres y desde donde provienen los impases
freudianos no que dice respecto a la feminidad. Del lado
femenino no existe una excepción que se exceptue de la función
fálica:
En
consecuencia, del lado femenino no se puede construir el
conjunto de todas las mujeres. Es decir, que no se puede
construir el conjunto del goce femenino todo articulado a la
función fálica, lo cual implica que del lado femenino tenemos
el no-todo con respecto al falo.
Por lo tanto
tenemos un conjunto abierto, un goce que no está todo sujeto al
regimen fálico.
Por lo
tanto, del lado femenino, la ausencia de excepción la
constituye del lado del no-todo, entonces, fuera del universal,
y hace valer para cada mujer el una por una. Es decir, que para
el sujeto que se inscribe en la función fálica del lado
femenino, como no hay universalización de la función, es
imposible que la universalización fálica de su goce esté
asegurada.
La consecuencia lógica de esto es que La Mujer no existe.
No hay universal de la mujer.
Del lado
femenino nos encontramos con una lógica que es del orden del
transfinito, que marca el principio de la inacesibilidad. No es
posible construir el conjunto de todas las mujeres puesto que
las mujeres no pueden clasificarse dentro de una equivalencia lógica
con respecto al falo. Las mujeres son inclasificables
porque cada una es excepcional como indica Jacques Alain-Miller.
Por lo tanto, del lado femenino nos encontramos frente a una
constelación de excepciones, donde cada una es excepcional y,
en consecuencia, ninguna puede realizar en su ser, salvo en la
psicosis, en ser La Mujer que no existe.
Sin, las
mujeres son raramente crédulas en lo que concierne a las
versiones del hombre disfrazados o transformados en mujeres. Las
mujeres son aquellas que imediatamente saben distinguir cuando
es una verdadera o una falsa, cosa que no ocurre a los hombres.
Los hombres se dejam engañar más
facilmente que las mujeres en ese nivel.
Sin embargo, las mujeres se dejam
engañar, son crédulas con respecto a otra mujer y piensan que
la otra mujer posee el misterio exquisito de la verdadera
feminidad. Es outra pasión femenina: la pasión con la Otra
mujer, pasión histérica por excelencia.
Ahora
bien, si del lado femenino existe este principio de
inacesibilidad es porque ese
principio de inacesibilidad padece la demanda de amor femenino y
es por eso que la demanda de amor femenino, como Lacan ha
demonstrado, es una demanda que no cesa y que pide aún, aún, aún
más, encore et encore.
Este “aún” caracteriza la demanda de amor de las mujeres y
es siempre aún, porque de ese lado no hay límite, pero que es
este “aún”, que es la fuente de todos los males entendidos,
ya sea el malentendido de la relación de la niña con la madre,
ya sea el malentendido de la relación de la niña con el padre,
como el malentendido que reina entre las mujeres y los hombres.
¿Para lo que apunta este “aún”? No hay que creer que se
trata de un objeto, aunque que a veces ellas piden objetos.
Lo que apunta el “aún” es
más bien al signo proveniendo del Otro, el signo de una
presencia que dé. ¿Pero, que dé qué? Que dé nada, en todo
caso nada más que el signo.
Los signos
no hay que confundirlos con los significantes. ¿Que es un
signo? Un signo es algo que aparece como indexando una
presencia. Lacan decia que no hay humo sin fumador, que no hay
humo sin fuego. El humo es el signo de que hay um fuego y no
puede haber fuego si no hay alguien que lo acendió. El humo es
la presencia de quien acendió el fuego, de alguien que incendió
el fuego.Cuando hay signo siempre hay alguien detrás del signo.
Si no hay signo, no hay nadie.
Por el
contrario, el significante se articula con otro significante
para representar un sujeto. Pero cuando hay un sujeto, esto no
quiere decir que haya alguien. Un sujeto es un efecto de
significación que no asegura de ninguna presencia.
Cuándo ustedes leen un libro antes de dormirse, estan
bajo los efectos de los significantes del texto, estan bajo los
efectos del sujeto del texto, pero este sujeto no realiza una
presencia. Pero se en ese momento ustedes escuchan, por más
apasionado que esté con la trama de la novela del libro, por
ejemplo, un golpe en la ventana, van a sobresaltarse. Creían
que estaban solo en la habitación y de repente un golpe en la
ventana les hace pensar que hay alguien del lado de fuera. Un
signo es signo de la presencia que puede ser muy angustiante y
inquietante o también dar seguridad. Son los signos de la
presencia con lo que se juega mucho en los filmes de terror o de
ficción científica, para hacer existir a partir de pequeños
signos, presencias enigmáticas, presencias del más allá.
El
signo hace existir un más allá. Es por esto que la cuestión
está articulada a la presencia de los signos del amor.
Si amar
es dar lo que no se tiene,[14]
ese es el más difícil de los dones.
Este don
hace intervenir lo que falta y también se encuentra articulado
en el corazón del amor.
Pero, ¿Como podemos saber
si la respuesta del otro es una respuesta de amor o no?
Nunca hay certeza salvo en la psicosis.
Solo la mujer psicótica tiene certeza del amor o del
odio del otro, pero para las que no son psicóticas, el amor es
siempre incerto, tan incierto como el signo.
Con
respecto al signo, todo depende de la interpretación que se le
dá, porque el mismo signo puede ser recibido en momentos
diferentes con interpretaciones diferentes. El signo depende de
la dinámica temporal y de la lógica en la cual se inscribe.
Por ejemplo, al comienzo de la análisis una mujer puede
referirse a algo que dijo la madre o que hizo la madre, y
interpretar esto como “esa madre nunca me quizo”. Al final
de la análisis, este dicho de la madre o efecto de la madre,
que es el mismo, adquire otra interpretación. Ahí donde la niña
creía que la madre nunca la quiso, puede, al final, advenir una
otra interpretación que sea aquella que consiste en decir:
“era yo que atribuía a mi madre un desamor”. En el curso
del análisis hay una transformación del valor del signo en
función del deciframiento que se produce en el análisis, lo
cual transforma los efectos de sentido de los hechos que han
tenido lugar y se el efecto de sentido cambia la posición del
sujeto, cambia en la medida en que sujeto es un efecto de
sentido.
Se a
veces el amor se puede contentar del silencio, el amor es más
bien voraz de palabras.
El amor necesita del discurso amoroso,
de las palabras de amor y de la carta de amor. El discurso
amoroso y la carta de amor, es también una de las pasiones
fundamentales de la mujer.
En la demanda de amor femenina, se trata de una demanda
de signos y de palabras que podrían discernirle a ella un ser
femenino. Su ser femenino ella lo espera del Otro y de ahí
proviene el malentendido de la feminidad y también su malestar.
Ella se
siente mal porque contrariamente a los hombres, ellas no
disponem de un aparato significante para poder universalizar su
asiento antológico, yo diria. Ella es otra para ella misma.
Es esta
alteridad con respecto a ella misma que a veces ella quisiera
poder calmarse con los signos del amor, con los cuales ella
espera una cierta consistencia de su ser.
Por lo
tanto, podríamos suponer que el estrago en la mujer,
caracteriza el enredo específico de lo real de lo cual ella es
un efecto encuanto mujer.
Las mujeres padecen de lo real. En consecuencia, lo que
ella espera de su madre entanto que existencia, ser y
subsistencia, su madre, que es una mujer, no se lo puede dar. Lo
mejor que lo puede dar la madre es un signo del amor, le puede
dar el ejemplo de la forma singular que ella, madre, ha
encontrado como mujer. La forma singular que la madre ha
encontrado de ser mujer, es decir, su modo singular de hacer con
el imposible de la feminidad.
s decir que la madre no puede transmitir a la hija un
saber articulado sobre la feminidad. No hay concepto de
feminidad transmisible de la madre a la hija. Ella no le puede
transmitir porque no hay un saber sobre el goce femenino que se
articule en término de saber.
Lo que la madre puede hacer
es solamente mostrar a la hija con su ejemplo en su forma de
hacer, de decir, su forma única, su manera absolutamente
singular, en la cual ella ha encontrado su solución como cada
mujer debe encontrarla.
La
experiencia de la madre para devenir mujer no podrá nunca
transmitirse a su hija porque la madre no le puede transmitir a
la hija el Uno de la excepción que fundaria para la hija el
todo de la feminidad. En este sentido, si no hay saber
transmisible de la feminidad al cual la madre puede satisfazer,
la hija debe renunciar a su pasión de esperar de la madre un
principio de escritura de la feminidad. Sobre este se esconden
los reproches de la hija hacia a la madre puesto que ha hija
supone que la madre encierra un secreto sobre la feminidad que
no le quiere transmitir.
Es
necesario que la análisis haga caer a una mujer de esta ilusión,
que esta ilusión se desvanezca, que esta creencia sea
desmentida para que la mujer pueda asumir, a su vez, un modo de
hacer con el enredo femenino, un modo de hacer con el propio
modo en que se ha armado para ella el nudo de lo femenino. En el
fondo, ese enredo a la madre le ha permitido, a su modo, de
encontrar una pareja, un hombre, del cual ella se ha hecho su sínthoma
para tener hijos. Pero la madre no puede transmitir a la hija do
que los signos de su propia exclusión, de su exclusión de las
palabras, de la exclusión de la articulación del lenguaje en términos
de saber, exclusión que es propia a la femenidad, exclusión de
la cual la madre lleva las marcas en su cuerpo en tanto que
cuerpo de mujer. Son eses signos de exclusión que la madre
lleva en el cuerpo, como cualquier mujer, que la niña habrá
interpretado y mal interpretado, interpretado al revés,
produciendo en ella un efecto de estrago.
La salida
del estrago, pasión mayor femenina para una mujer, es posible
en una análisis y la salida del estrago le permite a una mujer
de poder cernir el nudo del enredo con la madre, para poder
concebir que este enredo con la madre no era otra cosa que el
nudo en el cual su propia madre ha podido responder al real en
juego en la posición femenina. Deste modo una mujer podrá
cernir en el punto en que ella se enredó, lo que le permitirá,
por conseguinte, como ella puede desenredarse para corregir la
versión materna, o para contrariarla, pero elegiendo su propia
versión.
Constatamos
que la niña ha estado tomada en este enredo y para acceder a
una versión diferente de aquella que le proponia la madre, en
el lugar de corregirla, en la mayoria de los casos, se agravó
el enredo.
Después
de tener recorrido, la mujer puede acceder no a un saber sobre
el goce lo cual escapa siempre, pero a un “saber hacer” con
la feminidad. Ese “saber hacer” no es un saber de libro, no
es un saber teórico, no es un saber articulado, porque es un
saber que no se articula. Es un saber del orden de lo que se
hace como saber fuera del matema, fuera del concepto, es lo que
responde más bien al saber hacer del artesano.Las mujeres son
artesanas de su femenidad.
Freud había
dicho que la artesania, el tejido, había sido inventado por las
mujeres. La interpretación de Freud que me hace siempre reir
mucho, es que Freud suponia que las mujeres para esconder la
falta del pene, habian comenzado a tejer, primero sus pelos
pubianos y que de ahí derivava la relación de la mujer con el
tejido. Es un poquito tirado de los pelos, de los cabellos.
Pero
encontramos ahí una intuición fecunda en el sentido de que
“saber hacer”, en sentido de la técnica artesanal comporta,
que un hacer responde como solución, algo que es del orden de
lo real.Y sería la imposibilidad propia de lo real femenino lo
que hace con que las mujeres sean muy dotadas, que se mueven
como piscis en el agua, con todo lo que es “saber hacer” con
los semblantes y “saber hacer” con lo que no hay. También
“saber hacer” con los artificios para cubrir lo real. Hay
algo de arte en las mujeres, arte de la cual ellas no pueden
servirse mientras siguen enredadas en una demanda reivindicativa
con respecto al que ellas conciben como un estrago materno. Para
una mujer habrá para ella acceder a la posibilidad de “saber
hacer” con lo real de la femenidad, cuando se haya separado
del reproche y del reivindicativo con respecto a su madre. Es
decir, que cuando su pasión de su estrago cesa, quizás allí
podrá usar su modo singular de “saber hacer” con lo real de
la femenidad. Gracias
Tania Coelho dos Santos: Le agradezco mucho Esthela Solano-Suárez por su longa
exposición, detallada y extremamente rica a propósito de la
sexualidad femenina y de la feminidad, tema que nosostros hemos
trabajado casi todos los dias y en relación al cual siempre nos
sorprendemos, escuchando cosas interamente nuevas, bajo ángulos
o perspectivas diferentes. Paso, entonces, la palabra a los
ouvintes que quierán hacer preguntas a Esthela.
Marcia Mello: Me gustaria hacer una pregunta que parte de una frase
que usted ha dicho pocos minutos antes de terminar su
conferencia: “las mujeres padecen de lo real”. Me gustaria
que usted hablase un poquito más sobre ¿cómo es esto en la
psicosis? Yo me acordé del texto de Lacan “El Arrebatamiento
de Lol V. Stein” [15]y de lo que Lol pudo hacer
con esa questión que usted ha desarrollado sobre la
subsistencia del cuerpo vivo en el sentido de habitar el lugar y
ese ser de cuerpo.
Esthela Solano-Suárez: La mujer psicótica tiene, quizás, un poco más de
dificuldad para saber hacer con los semblantes a fin de hacer
existir una posición femenina allí donde no hay ningún
soporte del lado de lo significante.Una modalid de hacer con eso
del lado de la psicosis, es, precisamente, de vir a ocupar el
lugar de la mujer que no existe, de la mujer de todos los
hombres. Yo he tenido la oportunidad de haber recibido en
consulta mujeres que ejercen la prostituición, que tienen una
vida, digamos, muy ordenada en función de esta profesión. Hay
que tener presente que para soportar esa profesión, la posición
subjetiva no debe ser una posición subjetiva que esté afetada
por el pudor, por la vergüenza y por todos estos afectos y
pasiones que son típicos de una relación con la castración.
Haber hecho de la prostituición una profesión supone una
posición subjetiva donde los efectos de inibición o de vergüenza
no afectán al sujeto. Yo he constatado que precisamente a
traves de esa profesión, ella realizaba la mujer de todos los
hombres, la mujer a servicio del goce de todos los hombres, y
eso la estabilizava en un semblante de vida normal, digamos.
Ângela Bernardes: Te agradezco mucho por la conferencia. Mi pregunta es
también para aprovechar su presencia y presentar una cuestión
sobre las fórmulas de la sexuación. La manera como usted
presentó fue muy esclarecedora cuándo usted ha colocado del
lado derecho los cuantificadores, como siendo el más allá del
Edipo para la mujer. Mi pregunta es: ¿es possible para nosotros
pensarmos el lado derecho sin el lado izquierdo? ¿Podríamos
pensar el no-todo femenino sin la excepción? Es decir: ¿Sería
possible pensar el lado femenino de los cuantificadores
solamente del lado derecho? ¿Sería possible situar la psicosis
solamente del lado derecho, o sería una forma más correcta
nosotros no usarmos estes cuantificadores cuando pensamos en la
psicosis?
Esthela Solano-Suárez: Yo he comprendido bien. Es una pregunta muy
interesante, porque, quizás, encontraríamos allí la explicación
de la fórmula de Freud “las
mujeres no tienen superyo”, evocada en la mesa coordenada por
Tania Coelho dos Santos, en las Jornadas de la EBP-RJ. No existe
esta función de excepción que inscribe la lógica de la función
del superyo, en última instancia.
Me parece que la reltivización, el acento que hay que
poner en esto, es que el no-todo del lado femenino, no quiere
decir, absolutamente, toda excluída de la función fálica. Es
decir que el no-todo no es sinónimo de forclusión.
La no inscripción de la existencia que haga excepción
del lado femenino, no es equivalente a la no inscripción fálica
en la psicosis. El Presidente Schreber, de Freud, no nos dá una
versión del goce femenino. Él nos dá una versión de la
construción de una excepción, la mujer de Dios, que es una
característica de una posición psicótica. Y esa es la
paradoja. En la medida en que el no-todo se refiere de todas
maneras al falo, esto indica que en la lógica del no-todo, la
inscripción de la función fálica está asegurada.
Fernanda Dias: En su conferencia de viernes, “La formalización del
Edipo freudiano”, en las Jornadas de la EBP-RJ, usted cita una
metáfora utilizada por Lacan para referirse al síntoma: el síntoma
como “un piscis voraz que engole el sentido”. Hoy, al hablar
del amor, usted coloca como una de las pasiones, la voracidad de
las palabras y cita las cartas de amor como otra forma de pasión.
¿Sería esa voracidad algo que aproximaría amor y síntoma?
Esthela Solano-Suárez: Si, pero no del mismo modo. Me parece que la voracidad
del sentido del lado del síntoma, no es la misma voracidad que
se inscribe como de la misma forma que síntoma se nutre del
desbordamiento de la función fálica que desborda sobre el
cuerpo, sobre el pensamiento, en cambio, me parece que la
demanda de amor femenina desborda la función fálica.
Yo había
traído dos ejemplos muy bonitos y no los presenté porque me
pareció que era un poco abusar de vuestra paciencia. Pero, si
ustedes queiren yo los presento rapidamente y terminamos ahí.
Uno es el
caso de Maria Bonaparte, la princesa. La alteza Maria Bonaparte
tenía fortuna, tenía poder, tenía encanto, era bellísima,
cultísima, seductora. Era una princesa. Sin embargo no era
feliz. Al nivel de tener, no le faltava nada. ¿Por qué
no era feliz? ¿Por qué nunca pudo acceder al orgasmo
vaginal, decia ella, o sea, el goce femenino? Su cuerpo
rechazava a abrirle a ese goce. Ningún partenaire le dió nunca
esa satisfación. Empezó una análisis con Laforge y decidió
que, si sua análisis no resolvia su problema de frigidez, hiba
a hacerse una cirurgia. El analista le dijo que ella divagava.
De todo modo, ella se fue operar para aproximar el clítoris de
la vagina. Según los profesores, los médicos, ellos le habían
dicho que con esta operación, ella podría acceder al goce
sexual. Pero no fue posible.
Me parece
que este caso pone en evidencia algo fundamental: la
imposibilidad para la princesa se inscribir también del lado
del amor. El amor, como sabemos, dice Lacan, no circula en el
mundo del rico, el amor no está del lado de Poros,
sino de Aporia, de la pobreza, del no tener. Es decir que la lógica del
amor está más del lado de la mujer pobre que del lado de la
mujer rica.
De todas
maneras ella encuentra el Profesor Freud, él la impresiona con
su dulzura y su potencia intelectual, y pela primera vez, la
princesa puede vivir una historia de amor, amor con Freud, amor
de transferencia, un verdadero amor. Gracias al amor de
transferencia, ella puede revivir el verdadero drama de amor de
su vida. El casamiento de sus padres había estado ordenado por
su abuela, la princesa Pierre, que decidió por ese casamiento
por la gran fortuna de la madre de Maria Bonaparte. Precisamente
la fortuna de su propia madre es lo que se dice que fue la causa
de su morte. Una muerte que muchos sospecharan que fue un crimen
y que la madre de Maria Bonaparte había sido la víctima de una
especie de crimen organizado para robarle la fortuna.
Entonces
encontramos un hilo invisible que va de la búsqueda de ese goce
otro, de la normalidad orgástica, como ella decia, y que le
conduce a la infancia, al momento en que ella perde el otro del
amor, solo un mes después de haber nacido. En su infancia ella
tenia pesadillas y un monstruo horrible le amenazava. El
monstruo era el Serquintué.
Ese es un nudo de equívocos Serquintué.
Proviene del equívoco de dos lenguas: Sarg,
que proviene del alemán, que quire decir carrón de muerto, féretro,
y tuer que proviene
del francés y significa matar. Entre Sarg y tué (être
tué = ser matado), se intercala el fonema quin extraído de la palabra requin
que, en francês, quiere decir tiburones.
Asi
se decifra el Serquintué
de las pesadillas.
Ese es el monstruo de su
infancia, el monstruo que con sus dentes rompía los carrones de
los muertos y que podría venir a comerla. Entonces, este
monstruo anuda la versión de lo sexual a la muerte, desanudado
del amor. El deseo criminal atribuído a la abuela, es encarnado
para la niña por este monstruo, por otro lado, el padre
asociado a una mujer muerta, no puede transmitir una versión
viva del deseo. A esto se agrega un padre que vive pegado a su
madre, la princesa Pierre, que no tiene ninguna inclinación
hacia las mujeres y que se dice que tenía en su mesilla de
noche el craneo de Charlote Colbert. A esto se une una escena
primitiva en la cuál la niña ve Pascal, su niñera, en una
escena sexual donde la voluptuosidad y el goce aparecen
completamente desencajados del amor.
La análisis
permitió reconstruir el porqué de su imposible goce femenino.
De todas las maneras, lo que ella perdió, perdiendo a su madre,
la análisis no se lo pudo restituir. Pero gracias al amor de
transferencia, ella pudo encontrar, no el goce sexual, pero otra
satisfación. Lo que ella procuró a partir de ahí fue el
trabajo intelectual y una participación ativisima no solamente
en salvar la vida de Freud sino, también, en transmitir la
psicoanálisis.
Este es
un caso que nos demonstra precisamente una imposibilidad del
lado del goce femenino determinada por una gravísima relación
con el amor.
Ahora,
tenemos otro caso, una mujer que gozava. Todo que Maria
Bonaparte no podría gozar, ella gozava. Y lo mais
extraordinario es que no gozava con un hombre, gozava con Dios.
Una gran gozadora, Tereza de Ávila.
Tereza de
Ávila nos transmite una versión del goce femenino más allá
del falo, y que es un goce vivido en el cuerpo porque el éxtasis,
tal cual ella lo describe, es un goce del cuerpo. Ella dice:
“No somos angeles, tenemos cuerpo, hay que asumir ese cuerpo y
dejar de querer mortificalo. Es una locura querer ser un ángel
cuando estamos viviendo sobre la tierra”.
Ella nos
descrive de que manera en el momento en que ella es raptda por
Dios, su cuerpo pierde sus límites. Entonces, el cuerpo pierde
la animación de su forma. El rapto amoroso con Dios hace
desaparecer los límites imaginarios del cuerpo.
Por otro lado, el cuerpo se vive como inanimado. Parecia
que ella decia que el alma no anima más el cuerpo. Aparece
primero una sensación de calor. Luego el cuerpo se esfria. El
pulso se paralisa. El cuerpo queda fijado en la posición en que
se encontrava en el
momento en que Dios o tomó. Los
brazos pueden quedarse abiertos por horas. Las manos
pueden quedar rígidas.A veces no se pueden volver a juntar. Los
ojos se cierran sin que uno quiere cerralos, o quiedan abiertos
pero no se ve nada. Podemos entender lo que están diciendo al
nuestro rededor, pero no comprendemos nada, no podemos tampoco
hablar. El cuerpo cuando está en estado de rapto, ha perdido el
poder sobre si mismo.
El cuerpo
sufre dolores en el dia seguiente del rapto amoroso. Es
interesante que se trata de una pasión en la carne, en el
cuerpo. El dia seguiente sufre dolores en los puños y en el
cuerpo intero, un dolor muy vivo. El cuerpo se encuentra
completamente deslocado y fuera de sus límites. Pero, al mismo
tiempo, no hay que perder de vista que ella nos dice que el
sufrimiento del rapto amoroso es un goce delicioso. Es un
martirio de dolor y de delicias. En el curso del éxtasis ella
perde la posibilidad de su representación. Es una pura
ausencia. No tiene más memoria ni entendimiento. Sin embargo,
la sensación de dulzura y de goce es sin límites y puede durar
horas, fuera del tiempo también, fuera de los límites del
cuerpo y fuera de los límites del tiempo.
De esta
manera, tenemos el ejemplo claro que Lacan nos indica cuando
dice que solo los místicos pueden testemoniar de eso que ellos
viven como experiencia de goce más allá del falo, pero de lo
que ellos no saben nada. Santa Tereza nos dice que, con respecto
a este goce, nada se puede explicar, nadie lo puede creer, es
necesario haberlo experimentado. Gracias.
Tania Coelho dos Santos: Agradezco a Estella más una vez, a la participación
de todos ustedes y también la participación del Programa de
Postgrado de la UERJ, que ha divivido con nosotros la realización
de este evento. Hasta miércoles, 30.08, a las nueve, cuándo
daremos continuidad al III Simposio del Núcleo Sephora de
pesquisa sobre el moderno y el contemporáneo.
Desgrabación de la conferencia y referencias bibliográficas:
Maria Luiza Caldas.
Revisión: Esthela Solano-Suárez.
Referencias
bibliográficas
[1]
Conferencia de abertura del III Simposio del Núcleo SEPHORA
sobre las “Modalidades de la Precariedad del
Nombre-del-Padre”. Fué ministrada en el Programa de
Posgrado en Teoria psicoanalítica, en el 28/08/2006, de
acuerdo con la invitación de las profesoras Tania Coelho dos
Santos (UFRJ) y Márcia Mello de Lima (UERJ).
[2]
FREUD, S. (1931) “Sobre la sexualidad femenina”. Vol
XXIII; (1933 [1932]) “Nuevas conferencias de introdución al
psicoanálisis, Conferencia XXXIII – ‘La Feminidad’ ”.
Vol XXIII. In: Obras
Completas. Buenos Aires: Amorrortu ed., 1992.
[3]
Freud,
S. (1937) “Análisis Terminable e Interminable”. In:
Op.Cit., vol XXIII.
[4]
Esthela Solano-Suárez se refiere a las XVII Jornadas Clínicas
de la EBP-RJ - ¿Para
que sirve um Padre? La plenária de la Oficina Clínica
IV, intitulada “De los Nombre del padre: creencia,
descreencia y reivención”, fue coordenada por Tania Coelho
dos Santos y Marcia Zucchi y contó con los siguientes
trabajos realizados en el ámbito de la propia oficina en
EBP-RJ y también en conformidad con la pesquisa desarrolada
en el Núcleo Shephora de pesquisa sobre lo moderno y lo
contemporaneo, coordenado por Tania Coelho dos Santos:
“Fragmento de la análisis de una mujer: el impase de la
feminidad “, por Maria Cristina da Cunha Antunes; “Final
de análisis como identificación al síntoma del hombre”,
relatado por Rachel Amin Freitas; “Sobre el tratamiento
masculino del goce femenino”, relatado por Luciana Genial.
Los trabajos son inéditos.
[5]
LACAN, J. [1969-70]. El
seminario. Libro 17: Reverso del Psicoanálisis. Buenos
Aires: Paidós, cap. VI.
[6]
Tratase de los textos freudianos que componen las
“Contribuiciones a la psicologia del amor I y II” (1910):
“Sobre un tipo particular de elección de objeto en el
hombre” y “Sobre la más generalizada degradación de la
vida amorosa”. In: Obras
completas. Vol. XI; Op. Cit.
[7]
LACAN, J. (1972-73). El
Seminário. Libro 20: Aún. Buenos Aires: Paidós.
[8]
N.T.: El termo usado por la autora en la conferencia,
ministrada en español, fué “subsistencia”. Como se puede
observar abajo, en la edición francesa (original) el termo
usado es substance.
Mantenedremos el termo subsistencia, tal como usado por la
autora, para seguirmos el recorrido que ella propone a partir
de su pesquisa semántica.
“A ce titre l’élucubration freudiene du
complexe d’Oedipe, qui y fait la femme poisson dans l’eau,
de ce que la castration soit chez elle de départ (Freud
dixit) contraste douloureusement avec le fair du ravage
qu’est chez la femme, pour la plupart, le rapport à sa mère,
d’où elle semble bien attendre comme femme plus de
substance que de son père, - ce qui ne vas pas avec lui étant
second, dans ce ravage” (LACAN, J. [14/07/1072]. “L’Étourdit”. In: Autres écrits. Paris: Editions du Seuil, 2001, p. 465).
[9]
N.T.: Subsistir –
[del lat. subsistere].
V1. intr. 1. Dicho de una cosa: Permanecer, durar, o
conservarse. 2. intr.. Mantener la vida, seguir viviendo. 3.
intr.. Fil. Dicho de una sustancia: Existir con todas las
condiciones propias de su ser y de su naturaleza. (Diccionario
de la lengua española – 22ª. edición – Real Academia
Española).
[10]
Rey,
A. (Dir.) (1998). Le
Robert - Dictionaire historique de la langue française.
[11]
FREUD, S. (1933 [1932]). Op. Cit.
[12]
LACAN, J. (1972-73). El Seminário, libro 20. Aun. Buenos Aires: Paidós.
[13]
FREUD, S. (1912-23)
“Toten y Tabu”. Vol. XIII.
Op. Cit.
[14]
“[...] amar es siempre dar lo que no se tiene, y no dar lo
que se tiene”. LACAN, J. (1957-58). El
Seminario, libro 5: las formaciones del inconsciente. Buenos Aires: Paidós, cap. XI.
[15]
LACAN, J. (1965) “Hommage fait à Marguerite Duras, du
ravissement de Lol V. Stein”. In: Autres
Écrits. Op.Cit.
|