El discurso de época es un productor de los sentidos necesarios para intentar
hacer con el vínculo social. Una de las formas de vínculo social es la pareja
y en cada momento histórico, en cada cultura, hay elementos orientadores que
dan envoltura a las relaciones y las hacen actuales a su época.
Si ustedes han visto el film Amelie Poulan podrán recordar la modalidad
light de la pareja y las dificultades de Amelie para causar el deseo de
alguien que está más preocupado por los restos de las imágenes fotográficas
que por ella y cómo Amelie, totalmente new age, se las arregla para
utilizar el anzuelo fotográfico para fijar a su amado. Esto nos indica que
cambian las envolturas, los modos de hacer con el otro, pero que
estructuralmente las cosas se mantienen, es decir, el objeto se halla en juego
y el anudamiento de la pareja es sintomático.
Nuestra actualidad esta marcada por el fenómeno Internet que introduce la
posibilidad de anonimato, la deslocalización espacial y la simultaneidad
temporal.
Pero hay otro punto que ofrece Internet, la función de la pantalla. Pero, ¿qué
es la pantalla?
Hoy hablamos de cultura de la imagen, pero creo que en realidad deberíamos
hablar de cultura de pantalla. Podría objetarse esta afirmación diciendo que
la cultura es una suerte de pantalla que vela el sinsentido radical de la
existencia. Es verdad, pero sin ir tan lejos hablo de cultura de la pantalla
en tanto que en esta hipermodernidad la pantalla se presenta como tal. Si
vieron el Show de Truman recordarán que el personaje al final choca con
ella… o el héroe de Matrix que al final la atraviesa… La pantalla ocupa
hoy el lugar del espejo de otras épocas, Narciso, Alicia…
La pantalla es el
velo moderno que gesta la tecnología, es una creación significante y es el
soporte de la imagen. ¿Cuál es el poder de la imagen? La imagen muestra por
los adelantos tecnológicos todo su poder para presentarse como objeto sobre la
pantalla, crear realidad. Por esta capacidad de dar consistencia convoca un
goce y hace al espectador partícipe de él y con los agregados interactivos se
trasforma en el Otro al que dirigirse.
La función de la
pantalla es permitir que algo se proyecte adquiriendo así estatuto de imagen,
pero la particularidad de la pantalla es que dando a ver vela. La pantalla
está definida por un marco que hace las veces de límite del mundo visible y
permite focalizar la mirada en ese rectángulo borrando lo que cae fuera.
La pantalla es
para el sujeto un recurso para soportar el malestar. La imagen, a diferencia
de la palabra o la letra, ubica su poder de dar consistencia en ser
refractaria al corte.
Pero no sólo
tenemos la pantalla televisiva, tenemos la pantalla del teléfono móvil y la
del ordenador. Tenemos la pantalla donde se proyectan las imágenes del cine y
de la TV pero también existe la pantalla del móvil y del ordenador donde se
escribe y que actualmente han revolucionado la forma de leer y de escribir.
Decimos
frecuentemente que los jóvenes de ahora no leen pero en realidad leen sobre
otro soporte, leen sobre pantalla y no sobre la página del libro. Sería
interesante analizar el protagonismo de la letra, tal vez ustedes conozcan el
fenómeno común de escribir mensajes con el móvil a alguien que se encuentra
próximo o en el mismo lugar. Una madre me explicaba, desesperada, que no
entendía cómo su hija adolescente le escribía mensajes al novio que estaba
sentado a su lado en lugar de hablarse o tocarse… Hay que ver que estos
pequeños objetos que amplían sus funciones son, cada vez más frecuentemente,
el verdadero partener-síntoma de niños y adolescentes.
Un adolescente al
que preguntaba si leía me decía que no le gustaba leer pero que se pasaba
horas escribiendo su “obra viva” sobre Internet ya que entraba en el chat
representándose con un personaje determinado y desarrollaba su argumento
fantasmático. De este modo escribía todo el día en el ordenador o en el móvil,
eso sí una escritura abreviada que omite vocales…
Las parejas por
Internet tienen gran popularidad en este momento. La pantalla hace circular un
nuevo tipo de vínculo. Pero vayamos a unas viñetas clínicas que quiero
presentarles para ilustrar algunas cuestiones.
Una joven viene a
la consulta aquejada de un malestar de tipo depresivo, angustiada… estado que
comenzó después de haberse peleado con su novio. La hago hablar de esa
relación y me dice que llevaban dos años, que nunca habían reñido y que ese
vínculo se había cortado repentinamente.
Cuando le pregunto
por el motivo de la ruptura me dice que ella quiso verlo y el no aceptó. A
partir de aquí esta joven, que se confiesa tímida y sin experiencias
anteriores, me dice que era una pareja por Internet y que cuando ella pidió
una cita para conocerse el “novio” rompió. Ella se presentaba con el alias de
“supermujer, la heavy” y el otro, un “hombre verdadero”.
A
partir de la negativa aparece en primer plano la pantalla que
vela y la pregunta sobre quién era realmente el interlocutor y
que quería ese otro de ella… Esto la sume en la angustia de un
objeto anónimo para preguntarse después cómo pudo.
¿Cuál es la
función de la pantalla en la economía psíquica? Tenemos que recordar que la
castración no solo confronta con algo forcluído, es decir, no
significantizable que aparece como enigma, sino que también deja el sujeto con
el recurso de la pantalla fantasmática que vela el modo de goce que encuentra
en el otro su partener-síntoma. El fantasma es una pantalla que disimula algo
determinante de la función de la repetición. Esa es la matriz sin palabras del
síntoma sobre la que el fantasma tematiza.
Una analizante con
serias dificultades en la relación con los hombres por lo que llamaba una
excesiva timidez encontró, vía Internet, la posibilidad de establecer varios
contactos. Sorprendida por esta facilidad pudo ubicar que la ausencia de la
mirada del otro jugaba en esto un papel. Tiempo después pudo precisar que esa
práctica le evitaba “delatarse” por lo que daba a ver o por lo que podía
decir. Este “delatarse” permitió abrir el camino de su experiencia con el goce
infantil y su actual “frigidez”.
Un hombre joven
estableció una relación de pareja por Internet que resultó duradera fuera de
la pantalla. Esa relación se había iniciado de manera fuerte del lado
fantasmático y luego se fue vistiendo con distintas envolturas que
aparentemente hicieron olvidar lo inicios. Más tarde se vió que el enganche
del lado del goce quedaba reprimido pero que había sido la condición de la
relación partener-síntoma.
En otro caso se
trataba de un intenso epistolario que permitía no poner en juego el cuerpo
entre dos personas para las cuales eso siempre había sido un problema y, en el
caso de mi paciente, era algo no recomendable porque la desestabilizaba.
Es por el discurso que pueden ubicarse las distintas formas de vínculo social
ya que el discurso implica una relación reglada al Otro que no existe. Es esa
relación la que ordena la soledad y el goce porque da un marco para
interpretar la realidad, orienta la conversación y da envoltura formal al goce
autoerótico para que pueda hacer síntoma en la relación con el otro. Aquí la
idea de síntoma no es lo patológico, el sufrimiento, sino la creencia y
funciona como suplencia de la falta de relación sexual dando una proporción
encarnada en el partener-síntoma.
Las nuevas tecnologías son una oferta de peso en este momento pero el uso que
cada uno hace de la misma es diferente, cambian el soporte, la envoltura, pero
la cuestión sintomática para cada uno se nutre de cómo hace con su goce
particular.