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    Notas sobre el cuerpo



Vera Gorali

Licenciada en Psicología por la Universidad de Buenos Aires (UBA)
Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires (UBA)

Docente de la Cátedra de Psicosomática de la Universidad John Kennedy

Docente del Instituto de Clínica de Buenos Aires (ICBA)
Psicoanalista, AME de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL)
y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP)

Diretora da Consulta Rede de Assistência de Buenos Aires

veragorali@yahoo.com.ar

 

Resumen

Desde sus primeros trabajos acerca de las parálisis orgánicas, motrices e histéricas, Freud diferencia el cuerpo anátomo–biológico de otro cuerpo, ligado a lo simbólico y especialmente destinado a poner en descubierto las verdades más secretas del sujeto sin que este lo sepa o disponga las cosas de otra manera. Por eso, la enfermedad debía descifrarse en un código por completo ajeno a lo orgánico, donde el deseo reprimido por el sujeto mismo – y no por los mandatos paternos, como suele decirse – desviaba a la libido de su cauce previsto. Aparece entonces un cuerpo simbólico en el cual dicha libido inscribe mensajes codificados que perturban, inhiben, modifican la innervación nerviosa anatómica como ocurre en la histeria cuando no el pensamiento, como ocurre en las neurosis obsesivas, que lo erotizan .

Palabras-clave: psicoanálisis, caso clínico, corpo, histeria.

 

 

 


         Notes about the body

 

Abstract

Since his first works about the organic paralysis, motor, hysterical, Freud differs the anatomic pathological body from the other body, linked to the symbolic and especially destined to reveal the most secret truths of the subject without this one knowing or deploying things in another way. That is why the sickness should be deciphered in a completely different code from the organic, where the desire that the subject himself stresses – and not thanks to the fatherly imperatives as we usually say – diverts the libido from its foreseen cause. Then a symbolic body appears in which this libido writes code messages that disturb, suppress, change the anatomical neuronal enervation like it occurs in hysteria or in thoughts, like it occurs in the obsessive neurosis that erotizes him.

Keywords: psychoanalytical clinic, body, symptom, hysteria, obsessive neurosis .

 


Jane tiene alrededor de 40 años y dos niños de un matrimonio anterior. Su demanda de análisis se teje alrededor de una dificultad: le cuesta arrancar, la inercia gana el paso sobre el movimiento, no consigue “ponerse” a ejercer su profesión, pese a las estrecheces económicas a las que se ve sometida desde su separación. Esta dificultad contrasta con lo que relata acerca de su juventud, durante la cual tuvo una excelente situación laboral, viajó a Europa, tomó decisiones difíciles, incluida la de dejar a su pudiente marido por un hombre con el que sin embargo no se atreve a convivir, a oficializar la relación.

Daniel, por el contrario, es un joven decidido a experimentar su homosexualidad en todas las facetas que se le presentan. Poseedor de un par de títulos universitarios de grado y postgrado, se desempeña sin problemas como docente en diversas carreras. Es una solución transitoria que le permite tener largas vacaciones para escribir, su verdadera pasión. Sin embargo lo aquejan permanentes eclosiones de dermatitis atópicas mal diagnosticadas que lastiman sus manos, codos, partes del pecho, el dorso de sus rodillas y con frecuencia le impiden trabajar, sea en la universidad, sea en su casa.

Pamela tiene cincuenta y tres años y se encuentra en una encrucijada. La empresa que creó y dirigió por más de quince años, que le permitió solventar la crianza de sus hijas cuando quedó viuda, está a punto de irse a pique. “Agotada y enferma de remar contra la corriente en un medio que se había vuelto muy competitivo, ha soltado el timón” y ya no puede distinguir cual es causa de qué, si los dolores de las dificultades de la empresa o la empresa de sus trastornos. Dice que “el padecer la acompaña” por doquier.

Pablito es un niño insomne y que pese a sus 11 años se orina de noche. Sus dibujos y breves sueños están poblados de monstruos y malhechores armados con ametralladoras que lo acosan. Interrogado acerca de ellos, manifiesta de forma bastante transparente su sentimiento de culpabilidad y necesidad de castigo encarnado por la voz del feroz superyo materno.

La lista de ejemplos podría continuar con otras inhibiciones, otros síntomas y otras angustias pero siempre podríamos encontrar en la diversidad del uno por uno un rasgo común: el cuerpo afectado del parlêtre.

 

¿Que es el cuerpo?

Esta pregunta así planteada es, en verdad, incompleta. Para responderla conviene delimitar el universo en el que teorizamos y al cual nos referimos. Es el que denominamos discurso analítico (Lacan, 1969-70).

Desde esta perspectiva intentaremos precisar un término muy trajinado en discursos como el de la medicina, la biología, la filosofía, cuando no en el discurso que llamamos común.

Entre todos ellos y el discurso analítico hay diferencias esenciales, al punto que podríamos sostener que este último va en sentido contrario al sentido común. Por lo general nos encontramos con una constante: el cuerpo, entero o fraccionado en partes y órganos, es asimilado a la res extensa cartesiana, una unidad sustancial con un saber propio que garantiza su nutrición, crecimiento, desarrollo y reproducción.

Además, esta idea de cuerpo genera la necesidad de una estructura diferenciada, designada como alma o mente (a su vez distinto del cerebro), sede de percepciones, emociones, sentimientos, voluntad y memoria responsables de su correcto funcionamiento.

Entre ambos, extensión y pensamiento, se constituye un individuo, la persona, sujeto del derecho, capaz de formar una célula mayor, la familia y la sociedad como conjuntos de dichos individuos.

Ambos están estrechamente relacionados pues el perceptum, o mundo supuestamente objetivo, es exterior al percipiens y este necesita de sus sentidos para incorporarlo y utilizar sus capacidades de ser hablante.

Como ya forma parte del acervo cultural, no creo necesario hacer demasiado hincapié en la revolución conceptual provocada por Freud con relación al cuerpo.

Desde sus primeros trabajos acerca de las “Parálisis orgánicas, motrices e histéricas” (1893 [1888-1893]), Freud diferencia el cuerpo anátomo–biológico de otro cuerpo – ligado a lo simbólico y especialmente destinado a poner en descubierto las verdades más secretas del sujeto sin que este lo sepa o disponga las cosas de otra manera. Sus varios ejemplos clínicos dan cuenta de este descubrimiento, haciendo girar en redondo la definición misma de enfermedad. A menudo, indicaba Freud para perturbación y escándalo de su comunidad, esta debía descifrarse en un código por completo ajeno a lo orgánico, donde el deseo reprimido por el sujeto mismo – y no por los mandatos paternos, como suele decirse – desviaba a la libido de su cauce previsto.

Aparece entonces un cuerpo simbólico en el cual dicha libido inscribe mensajes codificados que perturban, inhiben, modifican la innervación nerviosa anatómica como ocurre en la histeria cuando no el pensamiento, como ocurre en las neurosis obsesivas que lo erotizan.

Lo mismo ocurre con la sexualidad, pues la diferencia entre los sexos parece simple. Sin embargo la identidad sexual no es del orden del puro hecho biológico de la reproducción. Ser hombre o ser mujer no es jamás ser simplemente macho o hembra de la especie humana. La pertenencia a un sexo es función del deseo y del goce así como la noción de género es una construcción cultural que procede de las variables por las cuales una sociedad se hace representar.

Para el hombre no hay “relación naturalmente sexual”, por eso el hombre se diferencia de la ley de la naturaleza.

Cuando se trata de dar nombre, Adan se transforma en Madam, dice Lacan (1975-76), pues utilizó la lengua de L’ Évie, dice, jugando en francés con el equívoco entre Eva y vida (Eve, vie). Por esta vía encuentra la nominación que hace lazo, el sinthome.

 

Dos enseñanzas

Lacan explica bien, en la primera parte de su enseñanza, la emergencia de este cuerpo, cruza de imaginario y simbólico (Miller, 2002). Curiosamente la cuestión del cuerpo sigue sostenida hacia el final, pues en el seminario sobre Joyce, del año 1975-76 podemos leer elaboraciones acerca de la consistencia que este otorga.

En lo que llamamos la segunda enseñanza, Lacan nos sorprende con precisiones inesperadas, que son la consecuencia del viraje de su teoría a partir del seminario Encore (1972-73).

¿Qué plantea en este segundo período que parece revolucionar todo lo que trasmitió previamente?

El lenguaje, hasta entonces herramienta privilegiada para la domesticación del goce y la subsiguiente mortificación del cuerpo, es concebida en cambio como una fuente más de satisfacción. Como se deduce, este giro conceptual modifica drásticamente la práctica, la dirección de la cura y aún la clínica.

Una nueva topología ocupa la escena, el nudo borromeo ubica lo imaginario, lo simbólico y lo real respecto de lo necesario: el agujero que asegura la posibilidad del anudamiento de los tres registros

Nuevas consideraciones acerca de la vida construyen lo que J.-A. Miller denomina una biología lacaniana (2002). Según plantea en la clase titulada “El ego de Joyce”, la vida para el lenguaje, es decir para el hablanteser, es muy distinta de lo que se llama la vida en el discurso corriente.

La biología, la medicina, la fisiología, tienen definiciones bastante homogéneas de la vida y la muerte Para todas estas disciplinas la vida es una propiedad de los seres organizados que evolucionan desde el nacimiento hasta la muerte desempeñando funciones que les son comunes.

Implican el crecimiento, el metabolismo, la reproducción que se encuentra tanto en animales como en vegetales

Sobre esta concepción elaboró Bichat su célebre definición según la cual “la vida es el conjunto de funciones que resisten a la muerte”.

La muerte, por oposición, es la cesación definitiva de la vida para cualquier organismo biológico

A veces la muerte se moraliza con valores simbólicos que la acercan a lo que el psicoanálisis considera una segunda muerte, como en el caso de Antígona, que Lacan comenta en el Seminario 7: la ética (1959-60). En la antigua Grecia, por ejemplo, se hablaba de muerte civil, así como la religión llama muerte del alma a la condena eterna de los pecadores a las penurias del infierno

Nada de esto para el psicoanálisis, que parte de la doble vertiente en que se manifiesta la eficacia del lenguaje como productor de vida y también como agente de mortificación.

¿Cómo sabemos algo de la vida?

Por medio de representaciones. Gracias a ellas lo simbólico introduce sentido.

El sentido es lo que Lacan, en RSI (1974-75), llama “nuestra debilidad mental”, que el lenguaje introduce en los sistemas de la naturaleza. Mental viene de mens en latín. Pero en francés equivoca la mente con la primera persona singular del verbo mentir. La debilidad es mental cuando encuentra sus raíces en el cuerpo mismo.

De un cuerpo se supone que tiene primero unidad, luego funciones especificadas en órganos.

Decir unidad es decir consistencia, es lo que está junto, que tiene una relación de vecindad. Una idea puede tener consistencia, así lo piensa la filosofía. Es decir que una idea tiene cuerpo. Por analogía decimos que una computadora o un automóvil tienen cuerpo. Lo que no va de suyo es que un cuerpo sea viviente, dice Lacan. De ahí la necesidad del parlêtre. El ser hablante es portador de un cuerpo diferente al cuerpo animal, para el que las nociones de vida y muerte funcionan de otra manera.

Las pulsiones – dicho en otros términos el recorrido de la libido- son el resultado de la vida del lenguaje pues dan lugar a lo que para el soporte somático significa la muerte. Y agrega: “Estas pulsiones conciernen a la relación con el cuerpo , la que en ningún hombre es simple”. Conservemos esta afirmación y tomemos lo que se destaca: el hombre tiene con su cuerpo una relación , o sea que es algo distinto de sí mismo. El cuerpo es y permanece el Otro. En rigor no esta ni en el lugar del sujeto ni en el del objeto, ni es completamente exterior, ni esta entre los objetos de goce. Por eso hablamos del estatuto del cuerpo

 

El cuerpo de la forma

Esta primera inferencia es la base de la construcción psicoanalítica acerca del cuerpo. Para el psicoanálisis lo importante es que el cuerpo no esta dado de entrada, que no “somos” cuerpo sino que lo tenemos y para ello debemos apropiárnoslo de algún modo.

No es fácil tener un cuerpo. Es una orientación lacaniana para la clínica considerar las dificultades del sujeto con su cuerpo. Un ejemplo son las experiencias de despersonalización del sujeto histérico o los fenómenos de insensibilidad, de indiferencia, etc.

Lo más simple es la operación que anuda lo imaginario de su reflexión especular y lo simbólico de la estructura en el estadio del espejo y que nos proporciona en primer lugar el cuerpo de la forma. Este cuerpo parece ser tan solo el cuerpo de la bolsa, esférico, que nos otorga un cuerpo ideal al que inmediatamente nos sentimos atraídos, nos fascina con su completud.

Sin embargo Lacan no deja de advertirnos del engaño de esta completud pues toda bolsa, dice, para cerrarse, necesita de la cuerda. Es la mínima expresión del agujero. En este caso lo simbólico hace de cuerda que abrocha, pues esta forma ideal esta soportada por un trazo significante. En el estadio del espejo el cuerpo se vuelve objeto de amor porque hay una mirada exterior al espejo hacia la cual el sujeto se vuelve. Esto le permite al mismo tiempo despegarse de la imagen fascinante, creando la hiancia necesaria para el surgimiento del sujeto y la construcción del cuerpo ya que por medio de ese punto exterior fija la relación imaginaria y lo autoriza a pensarla como propia.

Es un cuerpo que habiendo sido inicialmente la sede de un goce en su totalidad, tal como es tomado y manipulado al nacer, se transforma en el cuerpo mortificado, atravesado solo por la vida que resta en los agujeros pulsionales.

Debemos inferir entonces que no hay narcisismo primario, como se dice, el narcisismo es siempre secundario, depende de estas operaciones que luego Lacan (1964) llamara de alienación y separación , sin las cuales la punción no tiene soporte, no tiene objeto alrededor del cual trazar su recorrido y retornar a su punto de partida. Se trata de una boca que se besa a sí misma, como ilustra bien el mito de Narciso. Pero para ello debe contemplarse en el espejo y amar esa imagen exterior y de la cual nunca puede saber con seguridad si le pertenece.

Hay toda una clínica sistematizada sobre los problemas con el cuerpo. Para el sujeto siempre es difícil regularse sobre un cuerpo que le es exterior, el cuerpo es siempre un objeto del que se siente separado. Por eso intenta alcanzarlo y eso da lugar a diferentes modalidades de la neurosis y la psicosis.

El obsesivo hace de su cuerpo un Yo ideal, paradigmático de lo masculino, y se siente perturbado por un alter ego. En cambio del lado femenino aparece la imagen perturbadora de la Otra mujer sin cuyo cuerpo no parece conseguirse uno.

Hay también experiencias fuera del límite corporal mismo donde la barrera del amor narcisista cae y provoca la destrucción del cuerpo total o parcialmente.

Por ultimo en la psicosis el sujeto se queda desprovisto de cuerpo y debe apelar permanentemente a las imágenes que se lo otorgan transitoriamente. El tratamiento del autismo esta especialmente dirigido a proporcionar un cuerpo al sujeto que esta en el lenguaje pero que no dispone de el.

Por eso es fundamental transitar la experiencia analítica; ello permite al final hacerse del cuerpo, identificarse a el, salir de esa extraterritorialidad forzada.

La pregunta es ¿a que cuerpo se identifica el sujeto al final de la cura?

Para responder a esta cuestión vamos a adentrarnos en la segunda manera de hacerse un cuerpo: no a partir de la imagen sino el agujero en la misma, lo no especular, los agujeros pulsionales.

 

El cuerpo vivo del goce

Alrededor de 1963, cuando imparte el Seminario X, La Angustia, Lacan desarrolla esta segunda posibilidad de hacer unidad con los fragmentos del cuerpo: la articulación de la pulsión a los bordes corporales, la boca, el ano, el ojo, etc… Es como si en vez del zapato se tomara la horma con la que se lo fabrica. No es una sustancia sino lo que le da un soporte. Lo representa con el esquema de los dos espejos que atrapan el ramillete real de las flores en el florero.

Con el correr de los seminarios subsiguientes Lacan avanza decidido en esta dirección.

¿Que es lo que circula por estos agujeros? El trayecto, el recorrido de la pulsión, que ni se desvía de su meta ni la sustituye ni la metonimiza. El recorrido se cumple dando al sujeto una certeza acerca de su goce. Dicha certeza es un apoyo importante para darle consistencia corporal.

Eric Laurent dice que el objeto a, que es fundamento de la enforma de a que llamamos horma, como señala Lacan en el Seminario XX, Encore (1972-73), se representa por el trayecto pulsional, el vacío en torno al cual se produce la repetición del circuito. Hay que subrayar que así como la imagen del espejo se articula al significante, el objeto a también esta ligado al espacio entre los significantes, la hiancia en la cadena , el vacío median.

Es decir que para obtener un cuerpo por medio de lo vivo de estos goces pulsionales también hace falta estar en un discurso. Esta afirmación implica que algo se debe poner en juego que haga lazo entre significante y significado, entre el sujeto y el Otro.

Solo que ya no se trata del punto del Ideal donde el Nombre-del-Padre, único, garantiza la operación. Este punto de excepción puede ser cualquiera. Y cuando Lacan apela a la topología de los nudos demuestra con facilidad que cualquiera de los tres anillos, Imaginario, Simbólico o Real que conforman el nudo borromeo están en condiciones de ser considerados agentes del anudamiento y otorgarle un cuerpo al sujeto.

Ahora bien, esta operación que se toma del vacío, ¿cómo se lleva a cabo?

Una manera de explicarlo es por las operaciones de reunión e intersección de los círculos de Euler, por medio de cuya lógica vemos constituirse el sujeto por un lado y el objeto por el otro.

Se diferencian porque en el primer caso se toman los elementos de los conjuntos y en el segundo caso se intersectan los conjuntos vacíos incluidos en cada círculo. Es el objeto a en su consistencia real.

¿Qué nos demuestra esta operación?

Es una manera de darle unidad al cuerpo sin pasar por la identificación a la forma

Como dice E.Laurent, es un cuerpo en su saber hacer con el objeto a, el cuerpo agujereado en lo imaginario por el objeto a, pero sin que el padre sea agente de la castración del vaciado de goce. Se deduce también por este hecho que conceptualmente el Nombre del Padre no es equivalente de la castración. Pueden no coexistir, como demuestra la proliferación de síntomas contemporáneos, las inhibiciones, los pasajes al acto propios de nuestra época, la angustia que apela a todo tipo de defensa.

En el lugar de la imagen lo que otorga la consistencia imaginaria es la experiencia de la pulsión pero encarnada en algún Otro, lo cual da nacimiento al síntoma. La relación con el síntoma da cuenta de un narcisismo diferente, ubicado a partir de la identificación al síntoma.

¿Cuál es el problema en este caso?

Este cuerpo organizado por el síntoma parecería carecer del amor que introduce la dimensión del Nombre-del-Padre en cualquiera de sus versiones.

Los ejemplos clásicos de Lacan son Joyce, quien no parece sentir apego por su cuerpo, más bien quiere dejarlo caer al ser golpeado y Marguerite Duras, quien como Joyce se sostiene de su obra y no de la imagen del cuerpo propio.

Sin embargo Lacan sabe que sin amor de algún tipo el goce esta siempre desregulado, sin limites.

 

Lo que no puede faltar

Cabe entonces la pregunta acerca de cómo, sin embargo, se organiza el cuerpo de esta otra manera.

Y bien Lacan nos hace comprender que el significante introduce la noción de un más allá de lo viviente y esta idea, hace vez, engendra un amor por lo simbólico mismo, con cierta significación de eternidad que lo vivo no conlleva.

Es lo que J.-A. Miller aísla muy bien cuando titula su libro El lenguaje, aparato de goce (2000). No es lo mismo el amor al padre como puro significante, ligado al goce e instrumento de la pére-version, que el padre muerto del Estadio del Espejo.

Lacar se ha dado cuenta de un error conceptual. El lenguaje tiene doble función: produce satisfacción por el uso de lalengua y simultáneamente conserva la propiedad de significar la existencia de una dimensión que la mortifica

Es una cualidad de lo simbólico en su aspecto de pulsión de muerte, y el padre la encarna cuando se lo considera aparejado no con lo vacío de goce sino con el vacío del agujero pulsional, lo mas vivo del cuerpo

Para concluir una reflexión acerca de la identificación al síntoma ¿que es el saldo al final del análisis, qué es lo que ocurre?

Por un lado sabemos que se opera un pasaje del síntoma como acontecimiento de cuerpo, es decir exterior al mismo a su incorporación.

Por otro lado la cura impone un proceso de desnarcisización, es decir, como en Joyce, un dejar caer el cuerpo sostenido por la imagen para dar lugar a lo que Lacan denomina narcisismo radical, es decir al narcisismo sostenido por la identificación al modo propio de gozar.

En el final de la experiencia analítica todos somos como Joyce o Duras: dejamos el sentido que emerge por la copulación de lo imaginario con lo simbólico por el ¨sentido gozado¨. O dicho de otra manera por el modo singular de vivir la pulsión; lo que equivale a la identificación al síntoma como modo de construirse un cuerpo en transferencia.

 

 

Referências Bibliográficas

Freud, S. Edição Standard das Obras Psicológicas Completas de Sigmund Freud. Rio de Janeiro: Imago, 1976.
________. (1923). O Ego e o Id. Vol. XXIII.

________. (1893 [1888-1893]) Algumas considerações para um estudo comparativo das paralisias motoras, orgânicas e histéricas. Vol. I.

Lacan, J. (1959-60). El Seminario 7: la ética del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós, 1990.

_________. (1962-63). El Seminario 10: la angústia. Buenos Aires: Paidós, 2006.

_________. (1964) El Seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós, 1987. ISBN: 9789501239812

_________.  (1969-70) Seminario 17: El reverso del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós, ISBN: 950-12-3987-X, febrero 1992.

_________. (1972-73). El Seminario 20: aun. Buenos Aires: Paidós.

________. (1975-76) Le Seminaire. Livre XXIII: Le Sinthome. Paris: Seuil, 2005.

Miller, J.-A. (2002). O último ensino de Lacan. In: Opção Lacaniana, n. 35. SP: Edições Eólia, janeiro, 2004, p. 6-24.

_________. (2000) El lenguaje, aparato de goce. Buenos Aires: Colección Diva.

_________. (2002) Biología lacaniana y acontecimiento de cuerpo. Buenos Aires: Colección Diva.

   

Texto recebido em: 15/11/2007.

Aprovado em: 21/12/2007.